20 de des. 2013

Monumento a la tía Amparito

No es una mujer que pasara a la historia, más bien su legado son dos líneas en un periódico devorado por los ácaros y el polvo que relatan un meneo de cintura y un sprint en medio de una tormenta mucho mayor. Su pequeño gesto, desapercibido a los ojos del tiempo, es de esos resortes que mueven las grandes historias para quedar en el olvido una vez echan a rodar por sí mismas. Ni siquiera trascendió su nombre, procedencia, ni rostro. Por eso la llamaremos Amparito, nuestro soldado desconocido al que ponerle un rosario de flores cada taitantos del año. Ella, como otros 15 mil espectadores aquel día, reposó su pandero en Mestalla en mitad de una templada tarde del 14 de Enero del año 1934, dispuesta a contemplar un partido 'de la máxima' que acabó con un conato de invasión de campo.

Los madridistas que saltaron al terreno de juego para enfrentarse a un VCF negruzco ya eran viejos conocidos para la concurrencia. Cuatro años atrás fueron recibidos con pedradas y naranjazos al asomar por Valencia tras el afer de Chamartín en 1930. Pocos imaginaban que meses más tarde volverían a verse las caras en una final copera, también con resultado funesto, y con cierta polémica, para los intereses valencianistas. Era la maldición de los tiempos. Pero aquella tarde brillaba todo de forma diferente. Bajo un sol radiante la temperatura era agradable, y el VCF, salió a jugar con el ímpetu de quien afronta la vida dispuesto a comérsela. Quizá por eso los acontecimientos se precipitaron ya desde el primer minuto, con un acoso que degeneró en 8 lanzamientos de esquina consecutivos por parte de los locales. El Madrid (sin Real, que estamos en la República) parió un 'Higuain' vintage en manos, o en pecho, de un Quincoces que ignoraba por entonces que 15 años más tarde cambiaría de acera para convertirse en el entrenador más longevo y querido en la historia del club valenciano.

La decisión de no querer ver mano soliviantó a la grada por primera vez. Sin demasiado tiempo para recriminarle al colegiado – conocido como Vialta, catalán – , ya que en la siguiente jugada, dentro de esa ristra de córners consecutivos que embotellaron a los visitantes en su área, Juan Costa consiguió rematar un balón y anotar el 1-0 a los 20 minutos. El pandero de Amparito reposó tranquilo en su asiento, junto al de los demás culos inquietos, aunque no cesaron los comentarios y los reproches que iban y venían conforme el dominio inicial iba diluyéndose para dejar al cuadro madridista incurrir en campo contrario, hasta lanzar una diagonal en banda derecha para que Emilín, de lanzamiento cruzado, subiera el 1-1. Era el primer chut entre los tres palos de los visitantes, y se convirtió en gol. El primer paso para que todo lo que vendría después alcanzara relevancia. Con el descanso al caer, los chicos de Fivber recuperaron el dominio inicial, Antonio Sánchez, con un preciso giro de tobillos, dejó plantado a Quesada para internarse en el área, la reacción del defensa madrileño no fue otra que salir tras él y ponerle el cuerpo hasta derribarlo. Penalti. Todos lo vieron.

Vialta, ese referí mofletón tildado con sorna y cachondeo por la prensa madrileña de 'imparcial, de criterio inflexible y a prueba de públicos', vio la jugada con el detalle que da un palmo de distancia. Quizá la digestión de la paella, o el sol primaveral que lucía en lo alto, le acabó mareando. La cuestión es que señaló la infracción, pero según su entender era demasiado castigo decretar penalti para tan poca falta. Así que  la sacó fuera del área y concedió un libre directo plantando la pelota sobre la misma línea de cal, que según el reglamento, también pertenece al área, lo cual, debe ser penalti lo que ocurra en ella. Debía de ser costumbre, porque cierto cronista se quejó amargamente de que los colegiados de la época eran dados a cometer esas fechorías sin que nadie tomara cartas en el asunto. Los jugadores blanquinegros gustaron de practicar el canibalismo con el juez de la contienda, mientras, desde las gradas, se proferían insultos y lanzamiento de todo tipo de objetos: Almohadillas, de los más pijos; piedras, de los más pobres; y botellas de gaseosa de los que no eran ni de unos ni de otros.

Entonces, ocurrió. Las masas intentaron invadir el campo con la violencia de quien intenta abordar un galeón lleno de oro. Las fuerzas del orden – o de asalto, como escribió algún periódico catalán – frenaron el abordaje no sin dificultades. Aunque una mujer, de mediana edad, se les escurrió. Amparito, allí estaba ella en plan Juana de Arco, comandó la incursión burlando la seguridad 'con un gracioso regate y una veloz carrera', llegando a la altura del colegiado, custodiado por entonces por los equipiers madridistas a modo de parapeto para evitar que Vialta fuera devorado por la parte agraviada. Antes de que la mujer pudiera soltar un costumbrista '¡ ya eres mío, granuja !' fue interceptada y devuelta al redil, poniendo fin a sus intenciones de agredir al señor de negro y merendarse a su guardia pretoriana. Puesto el orden otra vez en su sitio, se ejecutó el infructuoso lanzamiento de falta, decretando, de forma precipitada, el final de los primeros 45 minutos para tener que ser protegido el señor del silbato en su camino hacia vestuarios. En ese impasse, los ánimos, lejos de calmarse, siguieron en ebullición. Tanto es así que tras la reanudación, al primer córner, el público situado en la portería norte lanzó una lluvia de botellas en dirección a las testas de los jugadores madridistas y a la del propio colegiado, todo bajo un manto de ensordecedores insultos y voceríos. Este hecho fue el que alcanzó verdadera fama, al punto que el ABC despachó el asunto con una columna irónica y mordaz (ver aquí) sobre el afer de los botellines.

Según relatan las crónicas, el ambiente que se vivía llevó al cuadro visitante a solicitar la retirada al árbitro, que nunca se mostró afectado por la situación. Ordenó a las fuerzas de seguridad que tomaran la grada y pusieran orden. A esas alturas Amparito ya era historia, su actuación fue devorada por los acontecimientos posteriores que alimentaron polémicas en la prensa nacional durante días. ¿Vería Amaparito desde su localidad el 2-1 que anotó Cervera a los 25 minutos del segundo tiempo? La reacción valencianista fue afrontar la segunda mitad con rabia, con un ímpetu que le llevaba a ser impreciso, aunque le bastó para pasar por encima de un rival más pendiente de volver a casa de una pieza que de puntuar. Para eso hemos quedado, como si de una dictadura en su faceta más víctimista se tratara, para enarbolar el 'Madrid ens roba'. Pero es que ya no nos queda nada más, salvo Amparito, que algún día tendrá un monumento en su honor, al de ese público femenino que ha acudido al estadio desde tiempos inmemoriales para practicar la militancia más apasionada, sufriendo un deporte tan machista y excluyente para ellas, y poder ir a llorarle las penas de un tema, que por muchos siglos que pasen, siempre vuelve para permitirnos desviar las desgracias propias. 

18 de des. 2013

Ojalá nos expulsen de Europa


La UE por fin se ha metido de lleno en el problema del fútbol español, ahora cabe esperar, si como muchas veces pasa, esto quedará en mera amonestación verbal o se actuará con contundencia para poner freno a un sistema subsidiario que ha anquilosado la LFP hasta convertirla en la liga más amateurizada del viejo continente. No han sido pocas las voces que durante los últimos años se han quejado amargamente de las ventajas de las que disfrutaban los equipos ibéricos, dos de ellas, quizás las más insistentes y críticas, fueron las de Rummenigge – presidente de la ECA – y la de su compañero Hoeness, máximo dirigente del Bayern. Dos valientes que se atrevían a alzar la voz en público, pero solo unos más de los muchos que discretamente pensaban, y exigían, que alguien pusiera freno al escándalo español. 

A pesar de que el poder adquisitivo de los clubes ingleses, alemanes, incluso muchos de los franceses, es superior al de los componentes de la Liga BBVA su capacidad de inversión es más reducida debido a los estrictos controles, topes salariales, impuestos y pagos que tienen que acometer. Aquí, a la sombra de los pirineos, ha sido habitual observar como las entidades han dejado de pagar sus impuestos para poder afrontar fichajes de 25 o 40 millones mientras el fisco hacía la vista gorda, incluso una vez emprendidas medidas, les ha otorgado unas condiciones de pago ventajosas, a un interés del 2% y a 20 años vista. Estafar les ha salido a cuenta. En cualquier liga europea un retraso de una semana en los salarios de los jugadores, en el abono de los impuestos, o en mero incumplimiento de una regla básica, supone el descenso directo o la misma desaparición. El histórico Rangers tuvo que bajar la persiana por una deuda fiscal de 25 millones de libras (el Atlético de Madrid llegó a sumar una deuda 225 millones con hacienda). Y este mismo verano en la Bundesliga el Duisburgo sufrió un descenso a tercera división por no cumplir con los flujos de caja y las previsiones económicas presupuestadas.

Echar un vistazo a los ingresos de las entidades locales es encontrarse con clubes de fútbol viviendo de la subvención pública. Hay casos tan significativos como los del Vila-real. Durante muchos años el 98% de sus ingresos procedían de la administración. Aeropuerto de Castellón abonó 4,5 millones de euros por temporada por aparecer en sus camisetas, un precio 5 veces superior al del valor de mercado del club groguet. Sumado al contrato con Canal 9, la Diputación de Castellón, el Ayuntamiento de la villa, la agencia de turismo de Peñiscola y la de la Comunitat Valenciana con su famosa palmerita... Una situación muy similar a la que viven los equipos vascos, que a través de la Kutxa, las diputaciones forales, la ETB, y el particular paraíso fiscal que es el País Vasco, consiguen subsistir sin dificultades. Son ejemplos de una generalidad, porque ni mucho menos son excepciones. Situaciones como esas se viven prácticamente en toda la geográfica balompédica. Durante los últimos 25 años apenas 4 equipos han sabido plasmar en sus camisetas patrocinadores privados, generalmente extranjeros. El resto lucía la marca turística de la autonomía correspondiente, abonando un sobreprecio al valor de mercado de esos clubes. Si una marca privada pagaba 500 mil euros, la administración local abonaba 1 millón por hacerse con las camisetas y granjearse un altavoz de cara a las urnas.

Estas medidas, que para muchos pueden parecer estupendas, son las causantes de la situación de ruina y amateurismo que vive el fútbol nacional. A las entidades no les ha hecho falta profesionalizarse ni aprender a buscar nuevas vías de ingresos, ni siquiera a invertir en infraestructuras, ni plantear un crecimiento conjunto mediante medidas colectivas. Les bastaba con ir al poder político a llorarles para obtener ingresos que jamás serían capaces de generar por sí mismos. ¿Quién va a plantear una venta colectiva de la televisión con las autonómicas ofreciendo contratos tan fantásticos?, ¿Quién va a gastarse el 1% de su presupuesto en contratar personal competente pudiendo ir de cena con el alcalde o presidente de turno y obtener tan pingues beneficios? Esta dependencia de lo público es la causante de que la LFP no haya crecido en bloque, sino en escalones, un crecimiento proporcional al PIB de las autonomías a las que pertenecían.

El problema de disponer con tanta facilidad del dinero de todos, sin control ni obligación alguna, es toparse con la ruina por la vía del despilfarro. La LFP ha sido durante mucho tiempo un engendro engordado artificialmente, que en lugar de curar sus achaques con medidas profesionales, con normas comunes, volvió a tirar de la administración para solucionar los problemas a base de recalificaciones y pelotazos urbanísticos a la carta. Y eso lo han disfrutado todos los clubes en mayor o menor medida, todos sin excepción. 

La base de este problema nace de una desregularización perversa sufrida en 1996. Tras el escándalo de la liga de 22 equipos el gobierno de Aznar abolió todos los controles financieros y fiscales creados tras las conversiones en SAD. Una medida política y populista, ya que entidades como el Real Madrid sufrían todos los veranos para poder cumplir con ellas y a duras penas sorteaban un descenso administrativo, consiguiendo en sucesivos veranos, y sobre la campana de las 00 horas, presentar los requisitos precisos para poder seguir compitiendo. Tras aquello, con la aparición de ese engendro gubernamental que fue Vía Digital, empezó la gran fiesta, los grandes fichajes, el descontrol en los ingresos televisivos que ha seguido con Mediapro, otro pacto gestado al calor del poder gubernamental que ha reventado el fútbol nacional pagando 180 millones por cabeza a los dos grandes a pesar de que ni los valen, ni los generan. Hasta el punto de que la productora ya no puede hacer frente a los contratos y dejará de pujar por ellos en la próxima negociación.

Aunque resulte catastrófico, a los clubes de la LFP no les podría pasar mejor cosa que ser arrancados definitivamente de la teta pública, y si para ello los tienen que expulsar de las competiciones europeas, bienvenido sea. La necesidad de conseguir mayores ingresos es lo que ha llevado a las grandes ligas a organizarse colectivamente, a crecer en conjunto dándose unas normas comunes para todos, obligados a comportarse como entidades privadas, a invertir en infraestructuras, en profesionalizarse. Ni el milagro alemán ni el buen momento inglés surgieron de la generación espontánea, sino de la necesidad. De un marco legal que les obligaba a gestionarse de otra manera, y con esa gestión, han ido descubriendo fuentes de financiación que les han ayudado a crecer. Pero la problemática de este fútbol reside en la incapacidad para gobernarse. No hay ninguna entidad encargada de velar por estas cosas, la LFP es un órgano vacío, un ente para aparentar, reducido a cementerio de elefantes, desprovisto de armas y poder de decisión. Sumado a una inexistente legislación abolida en el pasado e inexistente en la actualidad que les permite cometer estos desmanes. Una fuerte sanción impuesta por Europa es la única vía para que las cosas empiecen a cambiar.

17 de des. 2013

Jaime Hernández Perpiñá


Fue una retirada de esas bañadas en silencios, con el atronador vacío de un último articulo plasmado sobre papel a modo de punto final. Jaime Hernández Perpiñá abandonó el oficio en 2006 con la misma discreción con la que entró en él, pero dejando un legado tras de sí tan valioso como poco reconocido. Heredero de orfebres de la palabra fue tejiendo carácter a carácter una historia nacida desde las entrañas del recuerdo, dotando de relato propio al VCF para invitar a las generaciones futuras a descubrir a través de sus ojos el pasado del club. El mayor cronista que ha tenido la entidad del murciélago cruzó la puerta de la redacción de Levante-EMV sin que nadie reparara en su pérdida, sin salir a la carrera para rescatarlo del olvido en el que vive en la actualidad y evitar de algún modo que las nuevas hornadas vivan en la creencia de que la institución no atesora vivencias y épicas más allá de sus últimos diez minutos.

Su vida es una historia de legado, como lo eran todas en tiempos, el pequeño de los Perpiñá llegó a esto arrastrado por su hermano José Manuel, uno de los pioneros en las letras futboleras en un mundo donde la ley del hombre sentenciaba que el balón era cosa de bárbaros, incompatible con cualquier otra inquietud, antagonista de la literatura y el pensamiento. Por eso José Manuel necesitó de un pequeño patrocinio de 'La Pepica' – «En invierno porque apetece, en verano porque es ideal y en todo tiempo porque la paella es un plato universal» – para poder financiar la publicación de su primer libro, “La Liga Sigue”, agenciándose el papel de abridor de caminos, picando la dura roca para recorrer un escenario ignoto en terreno prohibido. De Valencia, gracias a locuras como esa, nacieron muchos de los primeros ejemplares futbolísticos que se publicaron en la España de posguerra; variados y diversos con el apellido Hernández Perpiñá en la solapa. El mismo apellido que osó plasmar en páginas guardadas en tapa dura el primer trabajo que recogía y documentaba la historia del Valencia CF. Porque fue en casa de los Perpiñá donde se compusieron las primeras letras que revisaron el pasado para dejar constancia del legado de la institución, primero por manos de José Manuel con ocasión de las bodas de oro,  y luego por las de Jaime, quien prolongó el relato hasta 1974 y después hacia 1994, punto desde el cual han partido todos los que tras ellos han querido, en un intento burdo, simular su obra. Sin éxito alguno, hay que decir. 

La historia contada por los hermanos Perpiñá no es un maremágnum estadístico, tuvieron la virtud de mezclar el rigor enciclopédico con la más bella de las prosas, haciendo del mismo un relato ameno y divertido de leer, cargado de anécdotas y detalles que han servido en muchas ocasiones para tirar del hilo y llegar a asuntos más profundos. Jaime relata en su 'Historia del Valencia CF' la ardua rivalidad entre Milego Díaz y Gonzalo Medina, rompiendo con el mito de la moneda al aire, relatando las intimidades de los 'valencias' que él conoció y que la estricta pose de la época no permitía airear en la prensa, como los problemas de vestuario y de entrenador, o de ambos a la vez. Gracias a él sabemos del estilo inglés con el que se estructuró el club hasta 1959, de las entradas en la caseta de Colina y Cubells para ordenar sustituciones y sistemas, del poco peso que tenían los entrenadores en un organigrama comandado por un mánager y su mano derecha. De cómo el polémico marcaje de Mangriñan a Di Stefano acabó convirtiéndose en un recurso de obras teatrales y números cómicos, usado por las mozas de aquellos tiempos cuando un pretendiente se les acercaba más de lo moralmente tolerado: “Oiga, ni que fuera usted el Mangriñan ese” gritaban escandalizadas.  

Gracias a él también sabemos de las ingeniosas travesuras de Puchades para escaquearse de cualquier homenaje, o cómo él mismo fue en busca de Tonico a Sueca para arrancarlo de su escondite y evitar que dejara tirada a Valencia entera, ansiosa por agraciarle tras su papel en el mundial de 1950. Jaime Hernández Perpiñá siempre se mostró honesto con el lector, avisaba en las primeras líneas de la amistad que le unía con el personaje a tratar, y a continuación, relataba una serie de defectos comúnmente achacados por la concurrencia a modo de contrapeso. Él mismo en sus artículos y relatos cuenta como el cumplir con su labor de contador de cosas, por no ejercer del amigo que era en ocasiones, le supuso perder muchas amistades y poner en riesgo las que consiguió conservar, y todo ello lo relataba con una naturalidad enternecedora, sin caer nunca en la estridencia ni actuar desde el revanchismo, con un lenguaje cuidado y fresco, hasta divertido en ocasiones. Todavía hoy, 35 años después, leer su relato sobre la muerte de Amadeo – le pilló siendo delegado del equipo en ejercicio – pone los pelos de punta. Fue una de sus grandes virtudes, y lo seguirá siendo siempre, saber plasmar en palabras las emociones más básicas, arrastrándote hasta introducirte en el mundo que relata, sintiéndolo línea a línea y párrafo a párrafo, como si estuvieras allí y los conocieras de toda la vida. Arranca al personaje del frío número presentando a la persona de carne y hueso, al muchacho que lloraba y sentía, que tenía miedos y experimentaba emociones. Susurrándotelo todo al oído. Leer a Perpiñá es lo más cercano que puede estar el ser humano de emprender un viaje en el tiempo.

Paradójicamente quien más hizo por contribuir a la memoria valencianista, y del fútbol valenciano – sus libros no se centran sólo en el club de Mestalla – ha caído en el olvido, hasta diluirse su rastro en una sociedad dada a tratar como apestados a los que más saben y mayor experiencia tienen, aupando a auténticos alcornoques bajo la excusa de abaratar costes. Que el VCF tenga un pasado del que se pueda hablar se lo debemos a estos dos hijos de una misma madre, que con pocos recursos y menos medios ilustraron las vivencias de un club que se ha quedado sin presente, a la espera de que le regalen algún futuro. Y por ello, nadie todavía, les ha regalado ni un gracias. En aquél periódico alguien debió por entonces abalanzarse sobre él antes de que cruzara la puerta para atarlo a una silla al grito de 'usted de aquí no se mueve, ¡ siga escribiendo !' De haber existido ese valiente hoy sería héroe nacional.

12 de des. 2013

Todo ha servido de nada

Por si había alguna duda sobre el poco respeto que se le profesaba al VCF en todo este embrollo accionarial apareció Bankia en la tarde noche con un comunicado para disiparlas, y de paso, reventar la junta de accionistas del club, el máximo órgano de control que existe en la SAD. Fue la particular boda roja de Salvo y Aurelio, los grandes sacrificados en toda esta historia. Ambos aupados por agentes políticos que los dejaron tirados desde el primer minuto, brindando con champagne en sus morros, celebrando sentencias judiciales que perjudicaban, de una forma u otra, a todas las partes. Es la primera medida de una entidad bancaria privada – aunque nacionalizada – que ya no se rige por directrices salidas de edificios gubernamentales ni por pasiones que nacen en la base de la entrepierna, ahora tiene que rendir cuentas al FROB, a Bruselas y a todo el que pase por allí. Y como tal ha actuado, sin contemplaciones. Con la misma frialdad con la que estafó a miles de jubilados y enfermos crónicos con las preferentes.

Más allá de la falta de respeto, la insensibilidad, la cortedad de miras y la necedad con un gesto como ese – con el tufo a jugarreta de bajos fondos que desprende –, poco más se le pude achacar al banco. Desde la absoluta racionalidad, y como apuntó Aurelio Martínez una vez recogió su cabeza del cesto tras pasar por allí el señor guillotina, la situación no invitaba a otra cosa. El ente fundacional ha estado vegetando durante años, con la única finalidad de organizar soparots en Turís bien regados de espirituosas y ahumados al caliqueño, pero sin ingresos ni patrimonio, sin gestores decentes ni rastro de vida inteligente entre sus entrañas, con intereses impagados que eran solucionados incrementando la deuda por un banco dirigido todavía por políticos manirrotos, gustoso de hacer la vista gorda y permitir la Dolce Vita a gastos pagados que se daban los anteriores inquilinos de la fundación. Eran momentos en los que se podían haber hecho muchas cosas, porque todavía había tiempo – y seguridad jurídica – para ello, pero se eligió no hacer nada. Lo cómodo era esperar a recibir una llamada de Dios sirviéndote la solución. Ahora las circunstancias han cambiado, las necesidades también, el escenario es distinto... puede que alguno se acostumbrara tanto que llegara a pensar que el banco había mutado en una simpática ONG en lugar de una entidad intervenida, pero no, ahora vive con la obligación de presentar resultados a los hombres de negro con los que desayuna todas las mañanas. Aquí ya no hay espacio para trato de amigo.

En todo este asunto hay que buscar responsables y hacer lecturas de mucho más calado y altura. Durante años hablar de la venta del VCF ha sido más que un tabú, una ofensa y una herejía capaz de llevarte a la hoguera. Había que mantener la poltrona y el control de la SAD a toda costa, degenerando en situaciones tan surrealistas como ver a los inmobilistas que han dilapidado cuatro años, en los que han sido incapaces de hacer lo más mínimo, salir a la palestra de la mano de un fondo que trae miles de soluciones, eso sí, una vez les han quitado la silla. Antes, no. Se ha desperdiciado años donde no existía el Manchester City, el PSG, ni el Mónaco, donde la situación para buscar un comprador serio era mucho más favorable y segura. Pero se prefirió el bloqueo al club, se eligió dilapidar 86 millones en intereses de un crédito del que no se ha rebajado ni un céntimo del capital a devolver. Vendiendo jugadores por valor de 180 millones para cubrir pérdidas ordinarias, haciéndonos tragar cantidades ingentes de detritos, destruyendo la marca, devaluando el club, sufriendo incontables humillaciones... y todo para nada. Porque todo ha servido para nada. Hemos ido a morir al punto de partida, al que jamás se quisto tomar el primer día, acabando en la única solución que ha existido siempre y que nunca se quiso aceptar. Convirtiendo al VCF en un motivo más de frustración para una sociedad castigada por la vida hasta el hastío. Hasta ponerle el cartelito de se vende, cuando el mundo está lleno de fondos que tras hacer el agosto abandonan la cueva cuando más cruda danza por el mundo la necesidad, a la caza de la ganga que les de una rentabilidad del 30% a cinco años, se ha hecho mal. Hasta elegir el momento se ha hecho mal.

Muchos necios, movidos por el rencor, de esos que solo saben vivir adoptando la postura del egipcio, aprovecharán – que en la previa ya lo han hecho – para incidir en sus estulticias ilustradas llenándose las opiniones de desprecios. Pero aquí, en realidad, el problema no se llama Gloval, ni Salvo, ni butacas de color naranja, ni botafumeiros transformados en planes de empresa – bienvenidos al mundo real, donde cualquier plan de negocio puede ser tildado de humo porque todos se basan en previsiones –, el problema se llama aval. El trozo de papel sobre el que se estamparía una refinanciación, ya pactada antes de la sentencia, basada en los mismos puntos que muchos visten con la mofa insidiosa. En esa Valencia donde todos conocen qué clase de cruasán exigía Soler en los aviones y la marca de pluma que usaba Llorente es curioso que todavía nadie sepa quién o quiénes están detrás de Ausbanc y los intereses que arrastran los demandantes que han conseguido tumbar el aval sobre el que reposaba el castillo de naipes, quiénes están o qué buscan realmente. El halo de misterio que les rodea es cuanto menos llamativo. Máxime cuando en esta historia ni gana el club, ni sus accionistas, ni el banco, sólo un ente público que era avalista de una entidad morosa, quedando con ello liberada de toda responsabilidad. Menos de la moral, que la tiene toda. Responsabilidad que parió a conciencia interviniendo el VCF cuando el VCF era atractivo y tenía molla, saqueándolo y aprovechándose de su proyección en beneficio propio. Ahora, en los huesos, como la puta despechada, acaba de un empujón en la acera, sobre un charco de orín y barro llorando a su suerte.

¿Y ahora qué? La estupidez del acto de Bankia es de tal calibre que si la venta del club se alarga o se prolonga durante semanas o meses va a dejar a la institución paralizada hasta en lo más básico. Ni jugadores, ni técnicos, ni patrocinadores, ni nadie van a querer comprometerse con la losa de una venta próxima en el horizonte. Quizá la jugada que pretendía el banco con el comunicado era provocar una oleada de dimisiones que le dejaran vía libre, porque realmente la única posibilidad de pilotar el proceso es controlando una Fundación, que va, y tras su injerencia, se le alza en armas. La ejecución de la garantía del crédito es farragosa y puede acabar en los tribunales, la venta de la deuda a un tercero cambiaría pocas cosas, incluso las podría complicar mucho más. En estrangular a la SAD reside la única fuerza de Bankia, pero se toparía con la reacción de la masa social del club. Quizá por eso la jugada de Salvo sea aprovecharse del apoyo de Aurelio y la Fundación – no hay que olvidar que es el único poseedor legal de las acciones – y puentear al banco para ganarle la contrarreloj trayendo de la mano un inversor que le asegure la continuidad de su proyecto. Pero para tal efecto, por estar pignoradas, necesita del beneplácito del banco. En este escenario de guerra, ¿la tendrá? La situación de enroque es (o podría ser) gigantesca, y en esto el único perjudicado se llama Valencia CF.

En estos escasos seis meses de nueva gestión hay que hablar de muchas cosas. La primera es el mínimo apoyo mediático y político que ha tenido Salvo durante este periodo de tiempo. Un presidente que solo podía gestionar miseria, que su única arma ha sido un palo y una sábana agujereada por capa, y en lugar de encontrar complicidad y comprensión entre la opinión publicada ha sido regado de exigencias, exigencias e histerismos que han destacado por su ausencia durante los cinco años anteriores. Ni que él hubiera arruinado el VCF o desperdiciado un lustro llenado el club de amigos y familiares para que hicieran negocio a costa de la entidad. Exigencias basadas en intereses y chiringuitos. La dirigencia que más comprensión debía haber encontrado por toparse con la peor de las situaciones ha sido la que menos ha tenido. Y es entendible. Salvo ha huido de lo fácil, podría haberse quedado en su despacho leyendo el periódico, filtrando a los de la conferencia episcopal, pasándole la mano por la chepa a todo el mundo, hablando de herencias recibidas y desapariciones inminentes para justificar su inacción.

Pero en lugar de quedarse de brazos cruzados esperando que sonara el teléfono para que Goirigolzarri le vendiera una solución tan fastuosa como dudosa ha preferido limpiar el club, darle la vuelta como un calcetín, meter a la entidad en el circuito e intentar por todos los medios, y a pesar de todas las dificultades, solucionar los problemas que ha encontrado. Problemas que sabía que existían, y que no rehuyó ni usó como excusa, a diferencia de otros. Quizá ese sea su pecado, dejar en tan pocos meses en ridículo a todos los que ni han exigido soluciones ni las han buscado durante tantos años. Salvo podrá ser un bocazas, gustarle demasiado las sentencias ante un micrófono y pasarse de frenada en muchas ocasiones, pero en tan poco tiempo ha hecho más por el VCF que todos sus antecesores juntos. Y eso, a pesar de no tener columnas en periódicos ni 55 minutos en programas de radio, la gente de la calle lo ve, lo sabe, lo valora y lo agradece por mucho que pueda molestar a los del chiringuito.

Ahora cabe esperar acontecimientos. Aquí tenemos muy claro una cosa: Nunca vamos a estar del lado de un banco, ni de unos políticos, ni siquiera, si llega el caso, de un presidente o una Fundación. Lo último que necesita el club y el valencianismo es una guerra civil entre las partes. Altura de miras. Sean conscientes, aunque sea por una vez, de lo que tienen entre manos.

10 de des. 2013

El VCF gana y pierde lo de siempre

Quién sabe, tal vez aquello que dijo Amadeo Salvo de que 'la plantilla del año próximo será igual o mejor' se está cumpliendo. Al menos si hacemos uso de los números no se puede decir lo contrario, por muy interpretable que sea la cuestión de si Romeu es mejor que Tino Costa o de si Pabón supera en prestaciones a Valdez. Las frías estadísticas son así de tozudas, tanto que incluso en aquellos años de monotonía en la tercera posición, por estas fechas, el VCF no andaba mucho mejor en la tabla. Salvo la 11/12 donde se sumaban 10 puntos más que en la actualidad. En las demás, las diferencias no superan los 5 puntos, lo que viene siendo ganar en lugar de empatar ante el Valladolid en casa y rascar un punto en lugar de fracasar ante el Almería. Nada del otro mundo. Puede que el verdadero cambio esté en que los demás hayan mejorado mientras el VCF sigue en la misma posición.

Porque ni siquiera durante el buceo en la estadística se puede achacar involución. En las mejores 15 jornadas de los últimos años el club de Mestalla lucía 27 goles anotados en la liga, 22 y 24 en las sucesivas, por los 21 actuales, y en aquel entonces se contaba con pólvora de calibre en la delantera con la dupla Soldado Aduriz. La cantidad de goles encajados tampoco se ha resentido demasiado, teniendo en cuenta que los números son un calco a los de la temporada pasada en todos los ámbitos, solo se han recibido 5 más que hace cuatro temporadas por estas fechas. Sin la goleada de El Madrigal la diferencia de goles sería la misma que durante la etapa Emery. La pérdida de capacidad anotadora del delantero titular ni mucho menos se ha resentido a estas alturas, quizá en un tramo más largo la diferencia final sea palpable, pero no de momento. Hasta la fecha siete jugadores del primer equipo han traspasado la línea de gol, cantidad idéntica que en los últimos cinco años, y todos – aunque cambien los nombres – atesoran el mismo número de goles en su cuenta individual.

Ahí reside una de las mayores peculiaridades. Jonas, con más protagonismo ofensivo, ha igualado los números de Soldado, que la temporada pasada anotaba 7 goles en la Jornada 15, por los 8 que lleva el brasileño. Tan solo en una temporada, la 11/12, el valenciano supera al ex de Gremio con 9 tantos en 15 jornadas. La segunda línea es la que parece no evolucionar nada, sea Tino Costa unas veces, Feghouli otras o Ricardo Costa el segundo en la lista de goleadores siempre lleva 3 tantos en su cuenta durante el mismo periodo de tiempo. ¿Y por posiciones? Las mismas... un defensa, un lateral, dos centro campistas, un extremo y dos delanteros copando el ranking de killers... en el VCF parece haber cambiado todo para que todo siga igual. Aunque la posición en la tabla varía, el número de partidos ganados siguen a la par. Si en la 09/10 el VCF a estas alturas sumaba 8 partidos ganados, en la actualidad, sólo ha ganado 6, uno menos que en la 10/11. Si la 11/12 es la mejor en todo también lo es en triunfos, con 9 en 15 partidos en aquellas fechas. Porque en encuentros empatados la cantidad es similar en las últimas temporadas → 2, 3, 3 y 4.

Donde se ve una mejora sustancial es en el entorno, entre los competidores. Nunca antes el tercer clasificado sumaba tantos puntos como en la actualidad a estas alturas. El Real Madrid con 32 era el mejor tercero del último lustro en la Jornada 15 de la temporada pasada. En la actualidad el equipo de Ancelotti repite posición con 37, siete puntos más de los que sumaba el Sevilla en la 09/10, el Vila-real en la 10/11, el VCF en la 11/12 y cinco más que ellos mismos en la 12/13. Algo similar pasa con el Atlético y la segunda posición, nunca hasta ahora un segundo clasificado en la jornada 15 había sumado 40 puntos (37 era lo habitual), que es la cantidad exacta que siempre ha sumado el FC Barcelona a estas alturas de liga a excepción de la 11/12, cuando el campeón de liga fue el equipo de Mourinho. Incluso el Athletic en la cuarta plaza suma cuatro puntos más que el Málaga a estas alturas respecto al curso pasado. La primera plaza de Liga Europa también se ha encarecido. El Vila-real aventaja en tres puntos al quinto clasificado de la 10/11, que era el Valencia de Emery (la misma ventaja respecto al Betis, quinto el pasado año) y en cuatro al Sevilla, que ocupaba esa misma posición a estas alturas de campeonato durante la temporada 2011/12.

Individualmente no se pude decir que la plantilla del VCF aúne malos jugadores. A pleno rendimiento gente como Romeu, Canales, Parejo o Banega pueden ofrecer inmensidades. A su nivel normal, gente como Feghouli son más que válidos, y tipos en crecimiento como Fede o Bernat con la técnica de Jonas – aunque muchas veces parezca salir a pasearse durante los partidos – hacen un bloque decente en apariencia. Aunque todavía nadie, salvo Valverde, ha conseguido formar un equipo con tantas piezas sueltas y mucho menos hacerlas rendir a su nivel óptimo. Y ahí es donde verdaderamente reside el problema de este equipo. En demasiadas ocasiones se transmite la sensación sufrir una sobredosis de somníferos, de ser gente sin motivaciones en esta vida más que las de transitar por ella sin pena ni gloria. La ausencia de un factor externo - o interno - que despierte la competitividad del grupo es el gran asesino silencioso en este trhiller decadente. Si no consigue enderezarse el rumbo con prontitud, y al ritmo que danza la competición en la actualidad, el equipo de Djukic necesitará superar los 65 puntos cosechados la última campaña para poder igualar el quinto puesto obtenido y clasificarse entre los seis primeros. Porque a este ritmo la tercera plaza irá mucho más allá de los 80 puntos y la previa de la Champions probablemente necesite llegar a los 70 puntos si no aflojan el ritmo los candidatos actuales. Objetivos inasequibles a día de hoy para un equipo tan irregular.

5 de des. 2013

No todo será bonito con adidas

«No cumplen los objetivos», le vino a decir adidas a los jefes del Liverpool. La marca de las tres rayas se negó a mejorar el contrato con la entidad inglesa a pesar de que le garantizaba 800 mil camisetas vendidas al año – según estudio de SportMarkt – debido a sus continuos malos resultados deportivos. Para la marca alemana su relación con los clubes se basa en la conjugación de precio-rendimiento, ya que su política de empresa se asienta fundamentalmente en copar la máxima competición continental, una posición que entiende de importancia estratégica. La Champions – de la que adidas es proveedor oficial y viste junto a Nike a 28 de los 32 participantes – es el mejor producto futbolístico a nivel mundial, el único que se visiona en los cinco continentes cosechando audiencias millonarias. No participar en ella es sinónimo de no existir en el mercado. El club de Anfield consiguió añadir varios ceros a su contrato firmando con la norteamericana Warrior a cambio de perder la mitad de su distribución mundial, apostando por una mejor difusión en Estados Unidos.

En los últimos tiempos 'las tres grandes' se han enfrascado en una batalla pública en la que la gran perdedora está siendo PUMA, que a pesar de haber perdido una parte importante de su portafolio ha conseguido dar un golpe de efecto arrebátandole el Arsenal a Nike. Algo parecido ha conseguido adidas con la Juventus y espera hacer lo mismo con el Manchester United, donde algunos analistas ya apuntan que la cifra ofrecida al club inglés puede sobrepasar los 70 millones de euros por temporada. Es la dulce venganza de la alemana por perder Francia. De esta 'guerra mundial' se pueden aprovechar varios clubes menores, entre ellos el VCF, puesto que la empresa de Adi Dassler regresa al fútbol español tras abandonarlo hace varios años. La necesidad de aumentar cuota de mercado y taponar el avance de competidores ha permitido a entidades como Celta y Osasuna vestir una marca de primer nivel. La intención es frenar la incursión de Nike en una liga de importancia como la LFP, donde la estadounidense ya viste a 9 equipos, mientras que, hasta este curso, adidas sólo era proveedor del Real Madrid.

Hay que ganarse el pan con adidas

A una gran marca no le importa los títulos que atesore un club en sus vitrinas, ni el número de páginas que tenga su libro de memorias, ni la cantidad de sentimiento que emane de una entidad. Su interés radica en cuánta cuota de mercado puede ganar contigo y cuánto dinero le puedes hacer ganar. La posición del VCF a la hora de firmar un contrato con una de las grandes es de debilidad, su opacidad en el mundo del fútbol es progresiva y acentuada, en estos momentos difícilmente 'su caché' puede sobrepasar los 2 millones de euros por temporada, siendo optimistas. Hay que esperar a ver qué relación quiere tener la marca con el club de Mestalla, si le ve como un mero peón más que añadir a su tablero o si quiere convertirlo en el actor secundario de su obra. Ocupar un rol u otro puede suponer algún millón más o algún millón menos estampado en un contrato. En la nueva adidas ya se ofrecen servicios adicionales que van más allá de vestir a una entidad. Ahora la marca alemana también quiere gestionar la imagen de los clubes que representa, a la Juventus además de los 31,5 millones por ponerle camiseta le pagará 6,5 millones por gestionar su imagen a nivel mundial. Pero ver al VCF en ese club, bajo esta coyuntura, se antoja mucho más que utópico.

Tal vez la opción más inteligente para una institución del tamaño y situación del VCF sea firmar con una emergente, consolidarse como cabeza de cartel y trazar junto al proveedor un crecimiento paralelo en los mercados internacionales. Se suele cometer el error de creer que por el mero hecho de vestir con una grande la distribución mejorará por sí sola. Es cierto que puede ser mejor, pero no mucho mejor. A pesar de los mil puntos de venta y tiendas oficiales que posee adidas en China difícilmente restará espacio a las camisetas del Bayern, Real Madrid, Milán o España para poner las del VCF y perder dinero con ello. Ya ocurrió con Nike, donde la colocación de las zamarras del club no era muy diferente a la actual, y por entonces, la entidad era una de las mejores, con Mendieta protagonizando anuncios para la americana en los televisiores de medio mundo. La entidad que preside Amadeo Salvo tendrá que trabajar con un nuevo proveedor logístico para abrirse paso en el mercado mundial, fiarlo todo al criterio de la marca que te viste – de catálogo – resultará insuficiente.

Será todo más caro

La primera diferencia que notará el aficionado será el aumento de precios. Los productos más baratos de adidas no bajan de los 70 euros. Con la situación de monopolio que se vislumbra en el horizonte por parte de las dos grandes el aumento del PVP será una constante en el futuro, junto con la caída del consumo interno esto puede resultar un problema en los planes del club. El primer gran escollo será evitar el hundimiento de las ventas internacionales vía online que puede ocasionar el encarecimiento de las camisetas. En la actualidad comprar en vcfshop.com comporta un recargo de entre 30 y 50 euros (dependiendo del continente) al precio de venta de una pieza (60 euros con Joma). La marca alemana es de las pocas que arrastra una legión de seguidores y puede que haya mucha gente dispuesta a gastarse 120 euros en un producto del VCF, pero puede comportar un problema serio visto que actualmente el comprador internacional ya se queja de los altos precios que le supone satisfacer sus deseos, y acaba desistiendo.

La principal razón de que eso ocurra es que TMV Logistic – el proveedor logístico del club – trabaja solo a nivel local y nacional – excluyendo Canarias –, a diferencia de lo que es habitual en el mundo del fútbol. Logisfashion, proveedor logístico del FC Barcelona, se encarga de colocar productos del club blaugrana en Chile, China, Argentina, España, México y Estados Unidos. Como ocurre con Rhenus en el BVB – modelo ejemplo del propietario – o Kitbag con el Everton, evitando un sobrecoste en la venta de sus productos y haciéndose presente en los mercados internacionales. Si la estrategia del club es aumentar sus ventas para mejorar su contrato debe corregir tanto esto como su desaparición de las grandes tiendas online a nivel mundial, algo que ocurre desde su ruptura con Kappa.

Aunque a corto plazo el contrato que se firme pueda ser malo, o decepcionante, y ya que Joma parece no poder seguir sufragando un patrocinio como este, a futuro puede resultar un buen negocio, siempre que se mejore la posición como marca y se aumente el nivel deportivo para cumplir con la máxima de precio-rendimiento por el que apuesta adidas. Relacionarse con las grandes aporta un plus de calidad a la percepción como marca y te puede abrir puertas a mejores alianzas. Pero para ello el trabajo en oficinas y terreno de juego se antoja titánico partiendo desde la actual posición. El reto resulta atractivo, aunque peligroso a corto plazo al sufrir una bajada de ingresos fijos tan acentuada, máxime si no se consiguen mejorar las taras que se arrastran.

3 de des. 2013

Bloqueo a la cubana

Desembarcó el aval con buena cara, presto a amargarnos la existencia no sin antes mostrarnos, como buen usurero, el rostro amable de una historia de terror. Una vez puesto el caramelito en la boca, a base de palabras engañosas y mentiras compradas y repetidas por altavoces poderosos, se ha dedicado a aparecer y desaparecer apuñalándonos amablemente, aprovechándose de la ignorancia e incapacidad de los engañados, que tranquilos en la inopia, tiraron cinco años a la basura yéndose de picnik a la playa, viviendo como una familia bien mientras el usurero, en silencio, les agujereaba los bolsillos para que fluyera el líquido.

Todo ese transitar por la inmundicia al final no sirvió de nada, en la espera feliz ni se refinanciaron deudas ni se redujeron en un céntimo las mayores, acabando, al final del trayecto, con un agujero de 40 millones en caja y en la misma casilla de salida que el primer día. Y a todo eso se le llamó 'gestión eficaz'. Resultando una entidad bloqueada, sin liquidez, con las manos atadas y con unas turbulencias que amenazan con engullirsela. El mismo gobierno que durante años se reunía en cafeterías para poner y quitar presidentes, para recomendar arquitectos e invitar 'al bigotes' al palco VIP de Mestalla, se desentendió del cadáver que amablemente parieron en una noche de lujuria, mirando hacia otro lado, esperando que por arte de magia durante ese paréntesis que se dieron las cosas se solucionaran solas.

Se han disfrutado de seis años con aval, seis años de tranquilidad para buscar una solución, para planear de forma reposada, estudiada, una venta de la SAD. Para buscar inversores que con la seguridad accionarial a buen recaudo pudieran finalizar un estadio que yace polvoriento y húmedo a la espera de adopción. Pero se prefirió gastar el tiempo en comilonas en Turís, en viajes a Cuba, en mirar por la ventana como caían los días, en pasarse la pelota unos a otros como quien huye de la peste. Es tal la esquizofrenia colectiva que parece olvidarse la situación, exigiendo que se compre gol, como si no se hubiera tenido que pedir ayuda para contratar a un chaval de 19 años por 1,5 millones. Se piden directores deportivos TOP, como si esos perfiles no exigieran 1 millón neto al año como mínimo, repudiando soluciones 'caseras' ante la imposibilidad de sufragar la nomina de una cara conocida. Como si el futuro del club no estuviera en el aire para ir a 'engañar' a un tipo que ni siquiera podrá disponer de un céntimo de euro para fichar y que seguramente acabe en la calle a los pocos meses porque la entidad cambie de manos o el torbellino que la atrapa provoque la enésima dimisión de un consejo al ritmo de la primera mascletá del año.

Para una vez que existen gestores capaces de encontrar mínimas soluciones se quedan desnudos y abandonados a mitad camino por los mismos que los pusieron, atrapados en una encrucijada, desprovistos de un aval que ahuyenta a los pretendientes interesados en desbloquear la economía de la entidad, exigiendo que en tal caso les dejen comprar también unas acciones que llevan años con la negativa de todo dios a que cambien de manos, mientras, las deudas del propietario, incapaz de responder a sus pagos, no dejan de aumentar, amenazando con superar a las del propio club. Con un banco que sale hablando de 'soluciones profesionales' minutos después de sufragar impagos concediendo otro crédito a la Fundación. Junto a un President que ante los micrófonos habla de cometer ilegalidades, reconociendo haber desatendido entre todos el problema, con una frialdad propia de un psicópata. Y a todo esto el entorno sigue a lo suyo, entonando el 'cuanto peor mejor', contribuyendo 'a la causa' poniendo palos en la rueda, abrazando la estulticia para crear críticas irrisorias, patrocinando regresos de tipos que nos han llevado a la miseria. Los mismos que abandonaron a la entidad y la aislaron del mundo, de repente, coleccionan inversores como quien colecciona figurillas del Kinder Sorpresa.

El propietario se niega a vender, pero no sabe cómo pagar. El acreedor no se atreve a ejecutar, pero solo quiere cobrar. Los comisarios políticos brindan con champagne sentencias que les perjudican, negándose a 'reponer' un aval que les pude costar 90 kilos. Los primeros interesados en invertir en activos del club no lo hacen porque no ven seguridad de ningún tipo sobre la propiedad, y queriendo dársela haciéndose con las acciones nadie quiere vendérselas a pesar de que nadie parece conocer la solución. El club, que pierde 40 millones, ya no tiene jugadores que vender ni Champions League para parchear su economía, y cuando por fin encuentra un camino hacia la salida del túnel no puede recorrerlo porque no hay aval. El VCF ha caído en el bloqueo absoluto, desperdiciando el tiempo en el que podía haber tratado su enfermedad con reposo para verse inmerso en la urgencia y la desesperación, las peores compañías para encontrar soluciones sensatas y razonables.

Al final acabaremos como Castro, conduciendo coches de los años 50 y calentándonos el alama inventándonos un enemigo imaginario con el que poder seguir viviendo otro medio siglo más. Porque aquí, entre todos, no hacen uno. Incapaces de ver que la solución de una parte es la del conjunto, prefiriendo atrincherarse en posiciones personales que acabaran pariendo la derrota de todos. Y de esa ni siquiera Sheldon Adelson nos saca.
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