3 de des. 2013

Bloqueo a la cubana

Desembarcó el aval con buena cara, presto a amargarnos la existencia no sin antes mostrarnos, como buen usurero, el rostro amable de una historia de terror. Una vez puesto el caramelito en la boca, a base de palabras engañosas y mentiras compradas y repetidas por altavoces poderosos, se ha dedicado a aparecer y desaparecer apuñalándonos amablemente, aprovechándose de la ignorancia e incapacidad de los engañados, que tranquilos en la inopia, tiraron cinco años a la basura yéndose de picnik a la playa, viviendo como una familia bien mientras el usurero, en silencio, les agujereaba los bolsillos para que fluyera el líquido.

Todo ese transitar por la inmundicia al final no sirvió de nada, en la espera feliz ni se refinanciaron deudas ni se redujeron en un céntimo las mayores, acabando, al final del trayecto, con un agujero de 40 millones en caja y en la misma casilla de salida que el primer día. Y a todo eso se le llamó 'gestión eficaz'. Resultando una entidad bloqueada, sin liquidez, con las manos atadas y con unas turbulencias que amenazan con engullirsela. El mismo gobierno que durante años se reunía en cafeterías para poner y quitar presidentes, para recomendar arquitectos e invitar 'al bigotes' al palco VIP de Mestalla, se desentendió del cadáver que amablemente parieron en una noche de lujuria, mirando hacia otro lado, esperando que por arte de magia durante ese paréntesis que se dieron las cosas se solucionaran solas.

Se han disfrutado de seis años con aval, seis años de tranquilidad para buscar una solución, para planear de forma reposada, estudiada, una venta de la SAD. Para buscar inversores que con la seguridad accionarial a buen recaudo pudieran finalizar un estadio que yace polvoriento y húmedo a la espera de adopción. Pero se prefirió gastar el tiempo en comilonas en Turís, en viajes a Cuba, en mirar por la ventana como caían los días, en pasarse la pelota unos a otros como quien huye de la peste. Es tal la esquizofrenia colectiva que parece olvidarse la situación, exigiendo que se compre gol, como si no se hubiera tenido que pedir ayuda para contratar a un chaval de 19 años por 1,5 millones. Se piden directores deportivos TOP, como si esos perfiles no exigieran 1 millón neto al año como mínimo, repudiando soluciones 'caseras' ante la imposibilidad de sufragar la nomina de una cara conocida. Como si el futuro del club no estuviera en el aire para ir a 'engañar' a un tipo que ni siquiera podrá disponer de un céntimo de euro para fichar y que seguramente acabe en la calle a los pocos meses porque la entidad cambie de manos o el torbellino que la atrapa provoque la enésima dimisión de un consejo al ritmo de la primera mascletá del año.

Para una vez que existen gestores capaces de encontrar mínimas soluciones se quedan desnudos y abandonados a mitad camino por los mismos que los pusieron, atrapados en una encrucijada, desprovistos de un aval que ahuyenta a los pretendientes interesados en desbloquear la economía de la entidad, exigiendo que en tal caso les dejen comprar también unas acciones que llevan años con la negativa de todo dios a que cambien de manos, mientras, las deudas del propietario, incapaz de responder a sus pagos, no dejan de aumentar, amenazando con superar a las del propio club. Con un banco que sale hablando de 'soluciones profesionales' minutos después de sufragar impagos concediendo otro crédito a la Fundación. Junto a un President que ante los micrófonos habla de cometer ilegalidades, reconociendo haber desatendido entre todos el problema, con una frialdad propia de un psicópata. Y a todo esto el entorno sigue a lo suyo, entonando el 'cuanto peor mejor', contribuyendo 'a la causa' poniendo palos en la rueda, abrazando la estulticia para crear críticas irrisorias, patrocinando regresos de tipos que nos han llevado a la miseria. Los mismos que abandonaron a la entidad y la aislaron del mundo, de repente, coleccionan inversores como quien colecciona figurillas del Kinder Sorpresa.

El propietario se niega a vender, pero no sabe cómo pagar. El acreedor no se atreve a ejecutar, pero solo quiere cobrar. Los comisarios políticos brindan con champagne sentencias que les perjudican, negándose a 'reponer' un aval que les pude costar 90 kilos. Los primeros interesados en invertir en activos del club no lo hacen porque no ven seguridad de ningún tipo sobre la propiedad, y queriendo dársela haciéndose con las acciones nadie quiere vendérselas a pesar de que nadie parece conocer la solución. El club, que pierde 40 millones, ya no tiene jugadores que vender ni Champions League para parchear su economía, y cuando por fin encuentra un camino hacia la salida del túnel no puede recorrerlo porque no hay aval. El VCF ha caído en el bloqueo absoluto, desperdiciando el tiempo en el que podía haber tratado su enfermedad con reposo para verse inmerso en la urgencia y la desesperación, las peores compañías para encontrar soluciones sensatas y razonables.

Al final acabaremos como Castro, conduciendo coches de los años 50 y calentándonos el alama inventándonos un enemigo imaginario con el que poder seguir viviendo otro medio siglo más. Porque aquí, entre todos, no hacen uno. Incapaces de ver que la solución de una parte es la del conjunto, prefiriendo atrincherarse en posiciones personales que acabaran pariendo la derrota de todos. Y de esa ni siquiera Sheldon Adelson nos saca.
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