29 d’ag. 2014

Un VCF más joven y barato


Desde enero, el VCF ha realizado veintiséis operaciones de mercado — sin contar cesiones — hasta renovar por completo una plantilla en la que apenas sobreviven nueve integrantes respecto a la que estrenó el curso 13/14. Pero en todo ese ajetreo, entre tanta cifra y cara nueva, se esconde una constante: Componentes más jóvenes, fichas más baratas, y a priori, jugadores con más calidad. 

Fue ya en el pasado mercado invernal cuando se pusieron las bases a esa tendencia, por entonces la presencia de Vezo (19) se sumó a la de Alcácer (19) en la lista de futbolistas por debajo de los 20 años; por contra, el aterrizaje de Vinicius aumentó a tres la de integrantes que no superaban dicha edad — Fede, Bernat —. Todos ellos, junto a los Romeu (21), Feghouli (23) y Vargas (23) sumaban un total de 8 componentes que no sobrepasaban los 23 años, rebajando considerablemente la media de edad del equipo. Pero durante el presente mercado esos perfiles han sufrido ligeros retoques, Gayà es ahora el único de sus compañeros que todavía no llega a la veintena, por contra, se disparó el número de jugadores que no sobrepasan esa franja de edad hasta alcanzar los cinco integrantes. Un hecho histórico, puesto que en la última década nunca existieron más de 2 futbolistas en plantilla que no sobrepasaran las dos decenas.

En resumen, 17 de los 21 jugadores que entrena Nuno no son mayores de 25 años. Y de esos 17, 5 no tienen más de 20 años.

En términos generales no es inusual encontrar cantidades tan altas de gente que no supera el cuarto de siglo de existencia, puesto que en el periodo acotado dicha cantidad ha ido fluctuando desde los 14 (2003/04) hasta los 12 (11/12 y 12/13), siendo los 10 de la 2010/11 la cantidad más baja de no mayores de 25 años. Pero sí es inusual la presencia de tanto futbolista menor de 23 años. En el equipo del doblete sólo habían 4 jugadores (8 en la actualidad), una cifra que se repite en todas las temporadas sucesivas hasta llegar a la 2011/12, en la cual, los Alba, Víctor Ruiz, Piatti, Canales, Parejo y Feghouli sumaron sólo dos menos que en el presente curso, rompiendo así la tendencia establecida.

Tras la operación de urgencia realizada hace siete meses, los calores han dejado paso a un delicado baile en el que destaca la rebaja del coste salarial de la plantilla al tiempo que se iguala o mejoran las posiciones reforzadas. Guaita, una de las fichas más altas del roster, deja paso a un Yoel que apenas mejora su ficha en el Celta. Quizá los casos más llamativos sean los de Mathieu por Mustafi, una transición de 1,6 millones de ficha anual a otra que apenas alcanza los 800 mil euros; y la de Cissokho por Orban, rebajando el sustento en más de la mitad. Las salidas durante el presente mercado han ido encaminadas a liberarse de las fichas más altas, siendo las de Banega, Rami, y Ricardo Costa las más significativas en cuanto a cantidades percibidas. Algo que casa con el considerable descenso en el coste de plantilla que ha sufrido el club desde la 08/09; cuando la masa salarial se situaba en 66 millones, con una amortización de plantilla de 33 millones; hasta los 53 millones, con amortización de plantilla de 26 millones, de la 12/13. Para conocer los datos de la 13/14 habrá que esperar a la junta de accionistas antes de final de año, y para conocer los de la 14/15 todavía un año más de espera. Pero hasta la fecha el fichaje más caro sufragado por la entidad es el de Mustafi, por 8 millones, seguido de De Paul por 4,8. Todos con salarios muy reducidos para los estándares de un club como el VCF.

Cifras tal vez algo irreales teniendo en cuenta la presencia de Meriton, y los posibles fichajes por llegar, ya que los traspasos que ha pagado la sociedad de Lim no son achacables a las finanzas del club, aunque éste haga uso y disfrute de ellos y esté bajo la propiedad de la misma. 

¿Hay más presencia de canteranos? 

No tanta como en otras épocas pero sí más que en otros años. Por ejemplo, en este curso 14/15 habrá más presencia (5) de jugadores salidos de Paterna de la que hubo (3) en la 12/13, pero habrá casi la mitad de la que existía (9) en 2003/04. Siendo ésa la temporada de los últimos diez años con más presencia de jugadores formados en casa; aunque muchos tuvieran un papel más bien discreto en el devenir del año. 2005 y 2009 con 8 cada una junto a 2007 y 2010 con 7 son las otras temporadas con más jugadores caseros con ficha del primer equipo. En el resto de temporadas las cifras son similares, fluctuando entre los 6 y los 5, salvo en la ya citada 12/13 – mínimo histórico –.

En cuanto a jugadores seleccionables tampoco se ha mejorado; de los 18 existentes en 2010 se ha llegado a los 10 del presente año. En el periodo acotado este número ha ido bailando de los 14 a los 18 hasta toparnos con la 12/13, donde se alcanzó la pírrica cifra de 9 jugadores – otro mínimo histórico – susceptibles de ser llamados con la selección. 

Lo que sí se ha mejorado este verano es el ratio de jugadores seleccionables/canteranos. De los 10 futbolistas con posibilidades de ir a la selección que forman la actual plantilla cinco son jugadores salidos de Paterna. La cifra más alta desde 2011. Aunque todavía muy lejos de los 16/9 de 2004 o de los 18/8 de la 08/09. Es muy curioso observar como todas estas cifras son altas, incluso muy altas, hasta llegar al periodo de crisis (2008/2009) para, a partir de ahí, empezar a reducirse drásticamente tanto el número de jugadores seleccionables como de canteranos alcanzando mínimos nunca antes vistos. 

A pesar de superar en sólo un dígito (de 4 a 5) la cantidad de valencianos en plantilla, también se ha mejorado en ese aspecto respecto a cursos anteriores. Y todo teniendo en cuenta las salidas de Guaita, Michel y Bernat. Dicho apartado también sufrió una considerable pérdida en los últimos diez años, acentuándose desde el periodo de crisis. De los 8 valencianos en plantilla de 2004 se han pasado a los 5 actuales, llegando a situarse en los últimos tiempos en 4 componentes. En cuanto a la relación canteranos-valencianos en nómina nos situamos en la actualidad en 5/5, mucho mejor que la  3/4 de hace un par de años pero muy lejos de la 9/8 y de la 8/6 de 2004 y 2005. (*)

El tiempo dirá si esta conjugación de equipo más barato, más joven y con más chicos de la casa de los últimos tiempos resulta mejor que lo visto hasta ahora; la juventud puede ser un arma de doble filo con la que se tenga que enfrentar Nuno durante los avatares de la temporada. Pocas horas de mercado quedan para poder darle cierto poso a un grupo bisoño.

* No todos los canteranos son valencianos, como Silva; ni todos los valencianos son canteranos, como Soldado

22 d’ag. 2014

Las narcopijas de Mestalla

Con la canción “Las narcopijas de Mestalla” ya me han ocurrido unas cuantas anécdotas, recuerdo como en una entrevista en directo, el locutor le dio la vuelta al CD y se puso a leer una por una el track list de las canciones que forman el disco. Al llegar a las narcopijas, se negó a decir el nombre de la canción por estar emitiendo su programa dentro de la franja horaria infantil y de esta forma se evitaba una posible bronca de los directivos de la cadena. Ahora, el portal deportivo The Barraca invitándome ha hablar del tema en su blog, no ha echo más que agrandar la lista de las curiosidades que este tema provoca en el público y que forma parte de mi primer disco en solitario “Manual de confección para una ciudad collage” (La Produktiva Records 2013)

Debió ser antes del 2011 cuando escribí “Las narcopijas de Mestalla”, lo hice tras leer un artículo sobre lo que se cuece en la trastienda de los palcos de los grandes equipos de fútbol y a partir de aqui empecé a darle forma a la canción.

El tema en si habla de esas prácticas nada altruístas que se llevan a cabo en estos espacios y que poco o nada tienen que ver con la práctica deportiva. Si tenéis la oportunidad de tener el CD en vuestras manos, en el reverso del disco donde todos los músicos tradicionalmente ponemos los títulos de las canciones que configuran el disco, yo le he añadido a cada canción “otro” título que viene a complementar o dar otra visión a los temas. El que le corresponde a las narcopijas es : “Un rato de tetas, fútbol y corrupción” y con eso ya pongo de manifiesto mi crítica a lo que viene a ser los nuevos valores en alza del siglo XXI y que vienen a sustituir aquellos más inocentes o menos materialistas del “sexo, drogas y rock and roll” del siglo anterior

También se me ha preguntado mucho de por qué sitúo la acción en el estadio del Mestalla y no el Camp Nou o el Santiago Bernabéu. La respuesta siempre ha sido la misma: si tenía que meterme con un equipo, o hacer crítica de algo que no me gusta dentro del fútbol, creo que es más honesto hacerlo desde tu equipo que ensañarse con los contrarios que hubiera resultado más fácil pero al mismo tiempo menos creíble.

Con esto espero haber dejado un poco más claro la temática de “Las narcopijas de Mestalla” y les invito a darse una vuelta por las historias urbanas que se producen en el disco “Manual de confección para una ciudad collage” editado por el sello discográfico La Produktiva Records en 2013.

14 d’ag. 2014

¿Por qué sí a Peter Lim?


Si se quiere llegar a la base de todo esto se puede encontrar, girando la última esquina, una brecha generacional desde la que dar sentido a ciertos fenómenos sociales. Hay un sector importante de ciudadanos que es consciente de que en Polonia, un grupo de chavales sin más pretensión, recorren 400 kilómetros para quedar y poder ver en compañía un partido del VCF, al tiempo que juegan un bolo entre colegas aprovechando un fin de semana suelto; y los hay que, todavía a estas alturas, exigen el RH para validar la militancia sincera de cualquier persona. Es el inevitable choque de trenes entre una generación que entiende el mundo como un universo unificado, sin fronteras ni aranceles, más tolerante y cosmopolita, contra aquellos que siguen aferrados a los viejos mapas, a los antiguos prejuicios, y que utilizan la localización como distingo.

Además de todo eso se suma una situación muy particular y concreta; a diferencia de lo ocurrido en otros puntos de Europa, aquí, la ruina no es fruto de un incesante carrusel de propietarios extranjeros, sino que ha brotado de las manos de las élites locales en convivencia con el poder político y financiero reinante. Son los autores de un default de dimensiones considerables, los rostros de una miseria económica y moral que alcanza a todos nuestros entes más representativos; incluso llevándonos como pueblo a la despersonalización más absoluta y cruel. En escasos 18 años hemos dejado de ser valencianos para convertirnos en ‘habitants de la comunitat’ (aunque nunca especificaron si de la comunitat de regants del Vinalopó o la del Segura), vendiendo sin miramiento la patria por tres duros — instituciones como el Banco de Valencia por un euro concretamente — con un pronunciado desdén y una alarmante falta de tacto solo comparable al mostrado por las grandes mafias. 'El negoci és el negoci'.

Particularmente el militante valencianista ha asistido en los últimos 30 años a una constante guerra de familias en su disputa por el sillón. A sufrir una ristra de personajes de muy baja catadura moral, y escasa formación, que han ido aprovechándose del VCF, mirando por sus intereses en lugar de hacerlo por los de la institución que representaban, para llenarse, de una forma u otra, los bolsillos a ojos de todos y ante el estruendoso silencio de un entorno, en su mayor parte, cómplice de todos esos excesos. El valencianista tampoco ha sido ignorante a la ausencia de apoyo de una alta burguesía local, que en todas estas décadas, le ha dado la espalda con pronunciado desprecio a la institución deportiva. Ahí se esconde, quizás, el verdadero motivo de esta repulsión. El hincha aprendió por experiencia traumática a no creer en nada ni en nadie que mostrara raigambre local, y menos, si hacía gala de ello. Y eso, no han sabido verlo ni el sector ‘romántico’, ni el ‘aberrante’, que han intentado luchar contra la venida de un foráneo esgrimiendo territorialidad y autoctonía ante una audiencia descreída y recelosa de esos mismos rasgos, con el añadido de ser sabedores de la responsabilidad del poder político en esta situación de angustia y muerte en la que se encuentra el club.

Todo ello no deja de suponer un rotundo fracaso para la sociedad civil valenciana, incapaz de saber conectar con las bases, desacreditada como está por su propio mal hacer. En todos estos años los pocos grupos que han intentado virar la situación han sido recibidos entre chuflas y mofas por lanzarse al ruedo, precisamente, luciendo caras quemadas ante la opinión pública, sin capacidad de liderazgo, esgrimiendo un discurso alejado en años luz del que entonaban en silencio las gradas. También resulta flagrante la falta de sintonía entre los medios de comunicación, políticos, y diversos sectores, para con el valencianismo de base. Tan desastrosa ha sido su puesta en escena que resulta obsceno que ahora, en estos precisos momentos, y tras décadas de desmanes, empiecen a aflorar asociaciones que exigen ‘transparencia’, y otras tantas, que se ponen pejilleras para con el actual gobierno corporativo de la SAD. ¿Dónde estaban en los 15 años anteriores en los que se gestó el desastre? ¿Dónde estaban en los últimos 4 años, en los que se desperdició el tiempo, el dinero y las oportunidades?

Los últimos gritos tienen poco de abducción - sigan despreciando en lugar de intentar entender - y mucho sentido, más de lo que puede parecer. Las gentes que se echaron a la calle o que inundan las redes sociales no están clamando en favor de un millonario extranjero, lo que están pidiendo es que el VCF deje de estar en las manos en las que ha estado desde tiempos inmemoriales, en aquellas manos que lo han llevarlo al borde de la extinción. Demandan el cese de la infiltración política para uso partidista de la institución, el fin de la baja burguesía que lo ha tolerado, aceptado y manoseado. Demanda soluciones, y no una repetición en bucle de propuestas que desde 2004 se han mostrado, no ya fallidas, sino perjudiciales. El aficionado ha sabido focalizar muy bien la raíz del problema, y por eso entiende que la solución, o la vía menos mala, es poner la institución en otras latitudes, ni mejores ni peores, sino en unas distintas a todo lo conocido hasta el momento.

En eso, el magnate singapurense ofrece algo que nadie ha sabido ofrecer hasta ahora en Valencia. Ofrece credibilidad y solvencia, ofrece una vía de escape que puede dotar de futuro a una institución que hoy en día, de tener uno, no es precisamente halagüeño. Será un sentimiento por contraposición a lo que hay, pero es una postura, la que han elegido muchos, sincera y respetable. El pueblo tiene derecho a elegir, y también, a equivocarse colectivamente. Que se haya llegado a esto no es culpa de ningún extranjero, ni de ninguna abducción, sino culpa de nosotros mismos, ya que hemos fracasado como pueblo primero y como aficionados después. Las quejas y las preocupaciones llegan con muchos años de retraso. Con demasiados. Por eso la gente le dice sí a Peter Lim.
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