16 d’abr. 2014

El futuro del estadio

Para un club medio de la MLS hacer una inversión de seis millones de euros para adaptar un estadio con apenas dos años de vida es un gasto considerable. Los gestores del Sporting Kansas pronto se dieron cuenta del error estratégico que habían cometido al proyectar un recinto basado en los estándares europeos, alejado del modelo tecnológico que empieza a vislumbrarse en los arenas de las grandes ligas norteamericanas. El Sporting Park no es el primer estadio de soccer que se construyó en Estados Unidos, pero si es el primer recinto futbolero 2.0 del país. El primer paquete de actualización se basó en la instalación de redes Wi-Fi y 4G de alta densidad, centrándose el segundo punto en la instalación de pantallas inteligentes en el interior del recinto y en el desarrollo de aplicaciones y servicios interactivos. En apenas un año los ingresos generados les han permitido recuperar un tercio de la inversión realizada.

Ahora, a través de sus smartphone los aficionados pueden comprar entradas, material oficial o pedir a golpe de dedo que le lleven a su localidad alguno de los menús que se venden en el interior del estadio, disfrutar de repeticiones a la carta desde ángulos inverosímiles y participar en sorteos, concursos o disfrutar de las estadísticas en tiempo real y las ruedas de prensa una vez finalizado el encuentro. El Sporting Kansas es solo uno de los pocos clubes en el mundo que han convertido su campo en un recinto tecnológico. Cisco, a través de su oferta StadiumVision, ya cuenta entre sus clientes con el Celtic escocés, el Leverkusen alemán, y el Manchester City inglés. La empresa de redes y servicios está siendo pionera en introducir el germen de lo que serán los estadios del futuro, recintos que más que permitir una conexión a Internet a los aficionados pondrá a su disposición una serie de aplicaciones y servicios que buscan cambiar para siempre la experiencia de asistir a un partido en directo.

El pasado año, Cisco, en una doble alianza con Deutsche Telekom y el Bayer Leverkusen, puso las bases para transformar el BayArena en el primer estadio inteligente de Europa, exportando al viejo mundo el trabajo realizado con anterioridad en varios arenas de la NFL. Los aficionados del conjunto alemán podrán empezar a disfrutar del mañana la próxima campaña, tras un año de desarrollo e instalación de la tecnología y las aplicaciones oficiales necesarias para ello. Aunque el punto fuerte del acuerdo reside en la instalación de más de 500 pantallas táctiles en todo el arena desde las cuales los asistentes podrán realizar todo tipo de compras, pedidos o acceder a información relacionada con el club para realizar gestiones o trámites como renovar su abono o reservar su espacio para la celebración de alguna cena empresarial o evento.

Las redes cerradas de alta velocidad en instalaciones deportivas no sólo sirven para ofrecerle una mayor comodidad al espectador, sino también permiten a los clubes desarrollar nuevas vías de negocio. Estamos ante una nueva plataforma publicitaria, una nueva herramienta para explotar vías de ingresos, y sobre todo, para poder estudiar los intereses y las inquietudes del público y poder mejorar su atención. Solo con la creación de la app y los servicios extra – descargarte la aplicación oficial no vale más de 3 euros – los clubes con un estadio tecnológico ya están ganando dinero. En el caso alemán y escocés parte del negocio reside en ofrecerse como conejillo de indias y recibir 1,5 millones por incorporar como patrocinador tecnológico a Cisco.

En un arena 2.0 los patrocinadores de los clubes pueden adaptar sus mensajes y personalizar su oferta según la categoría de cada aficionado – VIP, grada popular, platinum... – lo que aumenta su impacto y por contra el valor que recibe el club por ingresos comerciales, además de estar presentes en cada rincón gracias a la red de pantallas instaladas, aumentando con ello su presencia. Uno de los mayores beneficiados son las casas de apuestas – hoy en día casi cada club tiene una como patrocinador – los puntos de restauración y la venta de entradas o material oficial. En todos los casos suelen experimentar un aumento de venta directa entre el 6% y el 8% durante el primer año. Además ofrece a los proveedores televisivos un nuevo espacio en un fútbol que ya está empezando a vender sus derechos de retransmisión para internet, permitiendo los recintos 2.0 disfrutar de canales en streaming en circuito cerrado para no perderse ningún detalle del partido, esté en su localidad o en cualquier punto del estadio. La experiencia tecnológica además de resultar atractiva de cara a nuevos patrocinadores también aumenta el valor de explotación en los días de no partido, con un repunte en las peticiones para albergar congresos, conciertos y todo tipo de eventos.

La posibilidad de nuevos ingresos en los estadios modernos se antojan infinitas, muchos de los cuales están sufriendo reformas para convertirse en centrales energéticas cediendo sus cubiertas para generar electricidad limpia a cambio de suculentos contratos con compañías eléctricas, además de desarrollar sistemas para favorecer el autoabastecimiento y conseguir un importante ahorro económico. Lejos quedan ya aquellos primeros años del siglo XXI donde los nuevos arenas solo ofrecían como atractivo la venta del naming o la explotación de sus zonas VIP. Hoy en día, con hasta SPA y gimnasios en sus entrañas, muchos se han convertido en centros de negocios con actividad ininterrumpida todos los días del año.

10 d’abr. 2014

De la ruina no se sale

Como todas las historias, las ruinas empiezan en tiempos de alegría, dibujando futuros prometedores y ambiciones locas. Peter Ridsdale manejaba el Leeds Utd con cierta pericia hasta que creyó insuficiente vivir permanentemente en el Top-4; necesitaba devolverle la gloria a un club situado en el mayor centro financiero del Reino Unido tras la city londinense, siendo equipo de una urbe mayor que Liverpool o Manchester (ninguna llega al medio millón de habitantes) con su área metropolitana aglomerando a cinco millones de personas; y para ello necesitaba dinero, una suma importante para poder desbancar al potente Man.Utd de su dorado trono. El plan de un dueño extravagante, que asentaba a los jugadores en hoteles de lujo y les ponía coches de gama alta y casas en las zonas más exclusivas, era hipotecar ingresos futuros a cambio de suculentos créditos bancarios que ayudaran a la entidad en su objetivo de tocar metal. El Leeds comprometió sus contratos de TV, sus ingresos de Champions y patrocinios hasta sumar deudas bancarias por valor de 200 millones de euros.

El horizonte solo se vislumbraba con optimismo. Pero el castillo de naipes, sustentando únicamente por los ingresos provenientes de la competición europea y los bonus televisivos asociados a la misma, se derrumbó al primer movimiento de aire. Dos temporadas consecutivas sin lucir el balón de las estrellas en la manga de las camisetas lastraron la economía e iniciaron un eterno camino por la perdición. El primer síntoma de que algo iba mal en Elland Road fue el traspaso de Rio Ferdinand al United por 30 millones de euros. Una suma lo bastante alta como para seguir ocultando los problemas tras una oferta irrechazable por un jugador convenientemente enfundado en el traje de 'traidor'. Una cortina de humo que apenas duró en el ambiente un par de meses. El Leeds había entrado en la inconfundible espiral que se asocia a la miseria. Durante años tuvo que sobrevivir a base de vender jugadores – Woodgate, Alan Smith, Keane...etc – y reducir costes de plantilla dejando un rastro de cadáveres en el banquillo fruto de los malos resultados. Aquel equipo acostumbrado a los cuatro primeros puestos había evolucionado hacía un club de media tabla. 2004 fue el año del crack, la temporada en la que la situación ya era insostenible. Ridsdale intentó vender la entidad a varios fondos americanos para solventar la situación, topándose con el orgullo de Yorkshire; aficionados y empresarios se negaron a dejar la mayor institución del norte en manos de extranjeros. Gerald Krasner comandó por entonces un consorcio de burgueses que se hicieron con el control del Leeds bajo el auspicio de los acreedores. Su misión: Pilotar la venta de activos para satisfacer las deudas contraídas.

Aquel 2-3 en Highbury que dejó al Arsenal sin liga y al Leeds en primera dio paso poco después a los Invencibles y al descenso del equipo de Elland Road a segunda, al tiempo que Ken Bates le vendía el Chelsea por 140 millones de libras a Roman Abramovic. La frontera entre dos siglos, dos épocas y dos maneras de entender el fútbol, se escribieron en aquellos meses sobre el ataúd de una entidad con el peso histórico y la tradición del conjunto de Yorkshire. La política de cesiones y jugadores jóvenes que impuso el nefasto Krasner resultó fatal para los objetivos deportivos de la entidad. La etapa en el Championship comportaría tormentas más violentas sobre los designios de la institución. Un nuevo giro en la cúpula, seguido del desmantelamiento del primer equipo a base de cartas de libertad a cambio de que los futbolistas perdonaran deudas, marcarían aquel verano. Fue entonces cuando surgió 'la brillante' idea de acabar con los números rojos deshaciéndose de todo. Los nuevos dirigentes, confiando en su masa social y en el potencial de una entidad como aquella, pusieron en venta la ciudad deportiva y el estadio; dinero por propiedad; propiedad por arrendamiento. Las penurias prometían finalizar con una operación inmobiliaria que dejó 5 millones por Thorp Arch – centro de entrenamiento – 15 millones por los terrenos adyacentes al estadio y 25 más por el propio recinto. El resto del capital lo aportarían inversores con una pequeña ampliación de capital en la que incurriría el propio Bates – quien dejó al Chelsea en la ruina –  haciéndose con una modesta participación.

Medidas de choque que permitirían recuperar Elland Road en el futuro a cambio de una suculenta, pero accesible, suma a pagar antes de 10 años. Lejos de haber servido todo aquello para algo acabó hundiendo todavía más a la institución. En 2007 el club entró en administración – aquí conocido como concurso de acreedores – sufriendo una sanción de 10 puntos que le condenaron a perder la categoría y verse atrapado durante años en la League One. El nivel más bajo jamás alcanzado por el club. Los nuevos tiempos también trajeron nuevos problemas. El fisco británico denunció al Leeds por una deuda de 7,7 millones de libras en impuestos impagados, lo que junto a iniciar la competición en concurso, comportó que la entidad iniciara el campeonato sancionado con -15 puntos; que no fueron impedimento alguno para alcanzar la clasificación para el play-off de ascenso, en el cual sería derrotado. Solo fue el primer año de los muchos en los que el club quedaría atrapado en el tercer nivel sin capacidad para conseguir competir por volver a lo más alto; hasta que en su último año consiguió el título de la competición con números de récord.

¿Por fin acabaron las pesadillas para el Leeds? Un mero espejismo. La vuelta a la categoría de plata contribuyó a mejorar los números de la entidad; esta vez parecía que el plan sí funcionaba. Era tiempo de tiburones. Ken Bates, tras mucho tramar en la sombra, aprovecharía el momento para hacerse con el 72% del club en 2010; prometiendo inversión y capacidad para volver a la Premier; y durante su primer año y medio dio la impresión de que estaba cumpliendo con su palabra. Pero el especial tino de la entidad para encontrar problemas acabaron lastrando la breve primavera que azotó Elland Road. En 2012 el estancamiento del club en la zona media hicieron resucitar viejos problemas y tras medio año de tensas negociaciones, Bates y los accionistas, vendieron el 100% del club a Gulf Finance House – una entidad bancaria situada en Bahrain –. Bajo el reinado de Bates los ingresos por taquilla se habían reducido hasta los dos millones, con una caída del volumen de negocio de 32 a 28 millones, encadenando pérdidas de 12 millones por temporada y con un gasto salarial en plantilla de 18 millones de euros. Fichas de ascenso en un equipo incapaz de situarse más allá del 6º puesto. GFH entró en el Leeds, como lo hicieron otros tantos antes que ellos, prometiendo la vuelta a primera división en dos años gracias a una potente inversión que nunca llegó debido a los desequilibrios financieros que encontraron.

Los nuevos propietarios aportaron estabilidad y seguridad, asentaron el club y empezaron a construir las bases para recuperar la titularidad de estadio y ciudad deportiva; y eso, fue suficiente para iniciar luchas por el poder. La mera sospecha de que en el Leeds florecieran brotes verdes llevó a su director general, en alianza con Insurance Group – el principal patrocinador del club – a lanzar una opa a GFH sobre el 75% de las acciones. Era el momento de recuperar la entidad tras años de penurias en las que había bordeado la liquidación. La operación no cuajó porque el consorcio que lanzó la opción de compra perdió por el camino a los socios capitalistas que la habían impulsado; mientras eso ocurría a GFH había llegado otro potencial interesado. El italiano Massimo Cellino, expropietario del Cagliari y buscado por la justicia italiana por evasión fiscal – evitó pagar las tasas aduaneras en la compra de varios yates – , era el hombre que el pasado mes de enero se quedó con la OPA lanzada desde las propias entrañas del Leeds. El historial de Cellino hizo que la FA bloqueara la adquisición y haya dejado al club en el limbo, con retrasos a la hora de pagar las fichas a los jugadores y con escenas esperpénticas; como el anuncio del italiano del cese del entrenador minutos después de hacerse con las acciones, y su posterior readmisión minutos después de bloquearse la compra. Desde enero el Leeds no ha hecho más que perder partidos y dilapidar sus opciones de entrar en el Play-off. Tras dos meses de deliberaciones y silencios, el pasado fin de semana el abogado de Cellino anunciaba vía Twitter que la FA había dado luz verde a la entrada del italiano. Aún no hay confirmación oficial de que sea así.

Mientras esta llega, el club sigue en caída libre, con riesgos de impagos y un vacío de poder considerable. Justo cuando el Leeds parecía haber encontrado el camino de la recuperación ha sido capaz de autodrestruirse desde dentro una vez más para continuar atrapado en la ruina, la misma que empezó cuando la entidad estaba situada en lo más alto del fútbol británico y todo le parecía poco. El club arrastra ya diez años de hecatombe que nadie parece atreverse a poner fin. Ahora Cellino; ahora uno más.

8 d’abr. 2014

Aimar se refugia en Malasia


Es costumbre en días de pago que un funcionario, tras su mesa de madera, deposite en mano de los jugadores del Johor, ávidos a la hora de reclamar su salario, la ficha que les corresponde. Una típica estampa asiática encerrada entre paredes cochambrosas, con un escritorio renqueante repleto de sobres rebosantes de billetes custodiados por un empleado sudoroso, armado con un ventilador y una lista de nombres esperando una firma para justificar que el susodicho ha recibido su sustento. Son las inconfundibles formas del hacer malasio, un fútbol que rebosa amateurismo por sus cuatro costados y que hasta hace un año y medio no permitía la alineación de futbolistas extranjeros en sus filas. No es de extrañar en dicho marco que el aterrizaje de Pablo Aimar en Malasia sacara a los aficionados a las calles en recibimiento de la primera estrella extranjera en chafar sus campos de fútbol. A las puertas del Hassan Yunos Stadium se suelen concentrar todos los días numerosos grupos de jóvenes esperando la salida del mediapunta sudamericano para reclamarle una sonrisa o poder hacerle una foto desde la distancia; casi nunca con suerte, pues Aimar, a sus 34 años, sigue tan escurridizo al elogio como siempre.

A él nunca se le ve por la calurosa habitación de los pagos. Encajar 2,5 millones de dolares en un sobre es tarea tan hercúlea que la entidad solo abraza la modernidad para complacer la ficha del argentino haciendo uso de la correspondiente transferencia bancaria. El Johor – JDT son sus maravillosas siglas – cuenta con el respaldo de la familia real y es conocido en el país como el Manchester City autóctono; un club sacado de la miseria con el propósito de dominar el campeonato local y conquistar Asia después. Aimar eligió desaparecer cuando Argentina entera le acosaba para que regresara a River Plate; y justo cuando todos se convencieron de que así sería, el 'Payaso', en un acto de escapismo sin precedentes, sorprendió cogiendo la maleta rumbo al exotismo. Aunque el otro pibe inmortal no está solo en su aventura. Es habitual verle pelotear o charlar – haciendo tiempo mientras sus compañeros rezan y leen el Corán – con César Ferrando, entrenador del equipo y culpable de arrastrarle hasta los confines del mundo. A pesar del caer del tiempo en su rostro sigue anclado ese aire frágil de niño angelical que dudaba entre dejar el fútbol para acabar la carrera universitaria o dejarla a ella para centrarse en el balompié; el mismo que llegó a decirle a Pékerman que él no era tan bueno como para merecer ir a la selección. Aimar siempre se cuidó en lucir un perfil bajo, mostrando un toque desconfiado y también tímido; nunca creyó en el elogio ni en la adulación.

Sobre el alto y seco césped de los campos locales, decorados con sus socavones y arenales, el argentino sigue demostrando que atesora intacta la magia que le hizo ser uno de los mejores de su generación. Él solo es capaz de ganar partidos con destellos, aprovechando el caos táctico y la risa de un fútbol que en ocasiones cuesta distinguirlo de un número cómico. Quienes le han visto jugar en el Johor hablan de escenas surrealistas, de pases de Aimar al hueco que sus destinatarios nunca son capaces de receptar; de compañeros intentando entregarle un balón que nunca llega a destino; de legiones de rivales apelotonados intentando robarle sin sin éxito el esférico o de faltas que se cuelan en la portería porque la barrera se abre, o el portero, a pesar de lanzarse al aire, es incapaz de moverse del sitio. Con todas las bondades que le ofrece el campeonato asiático sigue sin poder disfrutar en plenitud por culpa de su físico, condenado como está por las condiciones ambientales a ser sustituido al minuto 60, rara vez se le ve acabar un encuentro. En ese instante es cuando el JDT pasa de dominador a dominado, empatando o perdiendo encuentros encarrilados para desviarse del objetivo de ganar el título. Los días en la élite pertenecen ya a sus memorias, las que nos dejan el interrogante de si pudo haber sido más de lo que fue; o si en realidad no fue más porque no quiso serlo. En su interior escondió siempre un crack que se resistió a mostrar, hundido por un rendimiento inconstante y perseguido por debilidades anímicas que nunca le dejaron tranquilo. Todo en Aimar fue sufrimiento íntimo.

Castigado hasta el límite por años de carrera y éxito en los mejores campeonatos de Europa y América sufre ahora mucho más. Tuvo el talento para serlo todo, pero le traicionó su propio cuerpo, y él, tampoco supo imprimirle la imprescindible determinación; o tal vez es que nunca quiso imprimírsela sabedor de contar con una cadera transformada en un sinvivir, con una espalda convertida en una tabla de torturas y unas piernas que a duras penas aguantaban dos partidos sin atormentarle el alma. Su versión desafiante y atrevida apenas se dejó ver en un contado número de ocasiones, extraviándose en innumerables dolores y horas de rehabilitación; arrastrado por una biomecánica que le castiga la estructura muscular hasta por sus andares. Aimar pasó su carrera golpeando la puerta sin llegar a tirarla abajo; viviendo a contracorriente de casi todas las tendencias, quedando como un incomprendido donde se escondía un chico que sufría desde el amanecer. Y sigue sin cambiar nada, «No disfruto mucho jugando. En Malasia es difícil de jugar» se sinceró al The New Paper malayo el pasado mes de enero. Soporta campos pesados y temperaturas tropicales con 34 años de edad y 15 de carrera.

El campeonato local siempre estuvo en el punto de mira de la comunidad internacional por las apuestas y amaños de partidos. Entre sus calles y recovecos se esconde el germen que ha llegado a infectar buena parte de Europa, dejando procesos abiertos en Alemania, Portugal e Italia y en casi todo el este europeo. Johor es la ciudad con mayor tasa de criminalidad de un país que deja estadios con arquitectura colonial, a modo de un viejo reflejo del fútbol de los años 30 europeo, y buenas entradas, con audiencias de 17 mil y 34 mil espectadores por encuentro para una nación sin tradición futbolística. Bohemio, como siempre fue, Aimar vive sus últimos días rodeado de belleza y tranquilidad, su pésimo dominio del inglés le impide relacionarse con sus compañeros; aunque no le haría falta recluido como se recluye con su masajista en sesiones maratonianas, obligado a entrenarse lo justo para mantener el tono físico y no cargar su cuerpo de dolores innecesarios. Puede que cuando se retire se quede allí, escondido del mundo para disfrutar del anonimato. Porque la historia de Pablito es una historia de contradicciones. Un tipo que no quiso ser futbolista y que lo fue a pesar de contar con unas limitaciones físicas que le lastraron siempre, pero que a pesar de ello, lo ganó todo en River, VCF y Benfica siendo estrella; una estrella torturada por su propio cuerpo sobreviviendo a base de talento y fogonazos estelares. A pesar de los condicionantes de su nueva aventura, su fútbol sigue luciendo tan bueno como el que se ve en cualquier punto de Europa todos los fines de semana. Todavía queda algo del pibe de lo que poder disfrutar, aunque para ello haya que alquilarle un satélite a la NASA para verle corretear como si no hubieran pasado los años. Aimar se refugia en Malasia para huir de lo que llegó a ser, agigantando el mérito que tiene un tipo que triunfó a pesar de todo.

1 d’abr. 2014

Desde Postdam con amor, y punks


El punto de encuentro era Babelsberg  - conocido barrio de Postdam - durante una fría noche de viernes. The Clash sonaba a todo volumen por los altavoces, mientras los fans vendían en puestos ambulantes camisetas de producción propia. Un vecino ofrecía dulces de licor de su tienda a todo aquel que entrara al recinto. También hubo fuegos artificiales y barriles llenos de cerveza. Estamos en la segunda reunión de fútbol alternativo que se celebra sobre el césped artificial del estadio Karl Liebknecht, de la 3.Liga, mientras se juega un amistoso que enfrenta a los punks y proscritos aficionados del Babelsberg  - conocido como el St Pauli de Oriente - contra sus invitados del Partizan Minsk. Un modesto club de Bielorrusia, un país que no suele conectar con las ideas libertarias que brillan por el opulento occidente.

El Partizan Minsk está liderado por sus aficionados desde 2012, ejerciendo el autogobierno en una institución abandonada a su suerte y famosa en la escena por su agresiva lucha anti-fascista. 'Otro fútbol es posible' es el lema de la entidad - el escudo refleja una pelota rompiendo una esvástica -.

Los fans del Babelsberg, St.Pauli, Estrella Roja de Leipzig, Tennis Borussia Berlín y Viktoria Hamburg han invitado a los partisanos a realizar una pequeña gira de cinco partidos amistosos por Alemania. Entre plantilla, dirigentes y aficionados, la expedición cuenta con poco más de 30 miembros. "El viaje fue estupendo, pero también agotador", dice Katsiaryna, de 23 años, "Para nosotros, esta red de clubes alternativos en Europa es muy importante". Katsiaryna es aficionada del Partizan bielorruso y en este viaje ejerce de interprete de Fansprechers Oleg, representante oficial del club durante el tour, que se niega a revelar su verdadero nombre. Y tiene buenas razones para ello. 

Son jóvenes rebeldes y virados a la izquierda. Un grupo de muchachos que no están bien vistos en un país sin elecciones libres y con un gobierno dictatorial comandado por Alexander Lukashenko, donde destaca la pena de muerte y se persigue a los homosexuales. Oleg argumenta su hermetismo hablando de la persecución a la que somete el estado a los críticos con el régimen, solidificando sus reticencias a la hora de hablar públicamente para evitar quedar expuestos.

"Se muestran muy inseguros, el temor a la represión de las autoridades estatales está muy presente cuando se trata de hablar de la política del país", dice Sascha Leiker, el portavoz alemán del evento. "Creemos que el Gobierno de Bielorrusia los está siguiendo en esta gira". Una simple declaración pronunciada desenfadadamente en un entorno amistoso podría quedar reflejada en un informe de inteligencia que les llevaría a la cárcel. Los agentes del régimen están instalados en todas las asociaciones. Como ocurriera en tiempos de la RDA, hay muchas opciones de que en el propio vestuario existan informadores obligados a dar parte tras recibir amenazas y extorsiones. 

Ser de la resistencia también comporta riesgos en el fútbol; "A menudo somos atacados por los aficionados del equipo rival. Intentamos luchar con todos nuestros medios, pero siempre nos ganan en número y agresividad, peleamos contra hooligans y ultras de tendencia nazi, pero no siempre, lo peor es enfrentarse a aficionados normales, simples ciudadanos partidarios del gobierno" se atreve a decir Katsiaryna en un renuncio.

Tras su fundación en 2002 el club jugó bajo la denominación del MTZ Ripa Minsk, contando con dos rápidos ascensos hasta situarse en primera división. Consiguiendo incluso ganar el título en dos ocasiones. En el este de Europa, donde muchos clubes se decantan por tendencias derechistas, incluso apoyando abiertamente a partidos y candidatos, el actual Partizan se declaró desde un principio abiertamente en contra de la prácticas más conservadoras: "Nuestra intención siempre fue abrir el club a la gente más humilde, hacerlo atractivo para un público más progresista, sin afiliación de ningún tipo con el gobierno" sigue contando Katsiaryna.

En 2010, un inesperado descenso hizo entrar a la entidad en la insolvencia provocando la renuncia de la junta directiva. Los hinchas iniciaron el asalto de la entidad a principios de 2012 hasta refundarlo bajo el nombre de Partizan Minsk. Se asumió el mando colectivo de la entidad y las decisiones ya no las toma una junta directiva, sino una asamblea. Para evitar la quiebra, pusieron a la venta acciones de amistad entre toda su militancia, incluso aficionados de clubes como el St.Pauli y Babelsberg ayudaron a superar el trance con donaciones y compras de títulos. Partían de cero enrolados en la liga local. En la actualidad están muy lejos de poder aspirar a los jugadores y los sueldos de antaño, aunque sus estructuras están mucho más profesionalizadas. La próxima temporada volverán a competir en categoría profesional tras ganarse la licencia en el campo. Un logro considerable teniendo en cuenta las dificultades de la autogestión y la vida cotidiana del fútbol bielorruso, demasiado dependiente del capricho de las autoridades.

Pero Oleg y Katsiaryna se muestran orgullosos del trabajo realizado, y no es para menos. "También tenemos nuestra propia PUNK-LIGA en Bielorrusia", explican, "desde el año 2007, existe una liga alternativa, con un nivel alto de juego". Hay que imaginarla como un campeonato colorista, alejado del deporte más riguroso, un espacio para la libertad que da cobijo a los sentimientos más románticos del fútbol en la que participan cerca de 40 equipos de todo el país. En enero de 2014 se disputará en Minsk el primer torneo internacional de esta índole, una tradición que lleva 15 años arraigada en Alemania.

"También tenemos un equipo compitiendo en la liga femenina", dice Katsiaryna, "es importante para nosotros acabar con el sexismo". Mientras que los equipos alemanes que participan en el torneo tienen muy marcada en su agenda la lucha contra la homofobia, entre los aficionados del Partizan Minsk se aborda el tema con menos agresividad: "Nosotros no podemos mostrarnos abiertamente en la lucha contra la homofobia, vivimos en un país homofóbico donde se persigue casa por casa a los gays y lesbianas, pero si tenemos mucho cuidado de que en nuestras filas no hayan comentarios ni actitudes homofóbicas", relata la joven Katsiaryna.

Hay muchas cosas que se pueden aprender en una fría noche en Postdam. En el plano superficial, el Babelsberg ganó 8-0 al Partizan, un modelo de club que representa una cultura y una actitud valiente y decidida en un país donde se suprimen hasta las protestas silenciosas. También simboliza una forma poco ordinaria de entender el negocio del fútbol. Virar la gestión de las entidades hacía aspectos sociales podría ser una alternativa para los grandes europeos. Tal vez habría que pagar el precio de jugar en ligas poco o nada competitivas. Un precio que cada vez más aficionados están dispuestos a sufragar.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...