12 de des. 2013

Todo ha servido de nada

Por si había alguna duda sobre el poco respeto que se le profesaba al VCF en todo este embrollo accionarial apareció Bankia en la tarde noche con un comunicado para disiparlas, y de paso, reventar la junta de accionistas del club, el máximo órgano de control que existe en la SAD. Fue la particular boda roja de Salvo y Aurelio, los grandes sacrificados en toda esta historia. Ambos aupados por agentes políticos que los dejaron tirados desde el primer minuto, brindando con champagne en sus morros, celebrando sentencias judiciales que perjudicaban, de una forma u otra, a todas las partes. Es la primera medida de una entidad bancaria privada – aunque nacionalizada – que ya no se rige por directrices salidas de edificios gubernamentales ni por pasiones que nacen en la base de la entrepierna, ahora tiene que rendir cuentas al FROB, a Bruselas y a todo el que pase por allí. Y como tal ha actuado, sin contemplaciones. Con la misma frialdad con la que estafó a miles de jubilados y enfermos crónicos con las preferentes.

Más allá de la falta de respeto, la insensibilidad, la cortedad de miras y la necedad con un gesto como ese – con el tufo a jugarreta de bajos fondos que desprende –, poco más se le pude achacar al banco. Desde la absoluta racionalidad, y como apuntó Aurelio Martínez una vez recogió su cabeza del cesto tras pasar por allí el señor guillotina, la situación no invitaba a otra cosa. El ente fundacional ha estado vegetando durante años, con la única finalidad de organizar soparots en Turís bien regados de espirituosas y ahumados al caliqueño, pero sin ingresos ni patrimonio, sin gestores decentes ni rastro de vida inteligente entre sus entrañas, con intereses impagados que eran solucionados incrementando la deuda por un banco dirigido todavía por políticos manirrotos, gustoso de hacer la vista gorda y permitir la Dolce Vita a gastos pagados que se daban los anteriores inquilinos de la fundación. Eran momentos en los que se podían haber hecho muchas cosas, porque todavía había tiempo – y seguridad jurídica – para ello, pero se eligió no hacer nada. Lo cómodo era esperar a recibir una llamada de Dios sirviéndote la solución. Ahora las circunstancias han cambiado, las necesidades también, el escenario es distinto... puede que alguno se acostumbrara tanto que llegara a pensar que el banco había mutado en una simpática ONG en lugar de una entidad intervenida, pero no, ahora vive con la obligación de presentar resultados a los hombres de negro con los que desayuna todas las mañanas. Aquí ya no hay espacio para trato de amigo.

En todo este asunto hay que buscar responsables y hacer lecturas de mucho más calado y altura. Durante años hablar de la venta del VCF ha sido más que un tabú, una ofensa y una herejía capaz de llevarte a la hoguera. Había que mantener la poltrona y el control de la SAD a toda costa, degenerando en situaciones tan surrealistas como ver a los inmobilistas que han dilapidado cuatro años, en los que han sido incapaces de hacer lo más mínimo, salir a la palestra de la mano de un fondo que trae miles de soluciones, eso sí, una vez les han quitado la silla. Antes, no. Se ha desperdiciado años donde no existía el Manchester City, el PSG, ni el Mónaco, donde la situación para buscar un comprador serio era mucho más favorable y segura. Pero se prefirió el bloqueo al club, se eligió dilapidar 86 millones en intereses de un crédito del que no se ha rebajado ni un céntimo del capital a devolver. Vendiendo jugadores por valor de 180 millones para cubrir pérdidas ordinarias, haciéndonos tragar cantidades ingentes de detritos, destruyendo la marca, devaluando el club, sufriendo incontables humillaciones... y todo para nada. Porque todo ha servido para nada. Hemos ido a morir al punto de partida, al que jamás se quisto tomar el primer día, acabando en la única solución que ha existido siempre y que nunca se quiso aceptar. Convirtiendo al VCF en un motivo más de frustración para una sociedad castigada por la vida hasta el hastío. Hasta ponerle el cartelito de se vende, cuando el mundo está lleno de fondos que tras hacer el agosto abandonan la cueva cuando más cruda danza por el mundo la necesidad, a la caza de la ganga que les de una rentabilidad del 30% a cinco años, se ha hecho mal. Hasta elegir el momento se ha hecho mal.

Muchos necios, movidos por el rencor, de esos que solo saben vivir adoptando la postura del egipcio, aprovecharán – que en la previa ya lo han hecho – para incidir en sus estulticias ilustradas llenándose las opiniones de desprecios. Pero aquí, en realidad, el problema no se llama Gloval, ni Salvo, ni butacas de color naranja, ni botafumeiros transformados en planes de empresa – bienvenidos al mundo real, donde cualquier plan de negocio puede ser tildado de humo porque todos se basan en previsiones –, el problema se llama aval. El trozo de papel sobre el que se estamparía una refinanciación, ya pactada antes de la sentencia, basada en los mismos puntos que muchos visten con la mofa insidiosa. En esa Valencia donde todos conocen qué clase de cruasán exigía Soler en los aviones y la marca de pluma que usaba Llorente es curioso que todavía nadie sepa quién o quiénes están detrás de Ausbanc y los intereses que arrastran los demandantes que han conseguido tumbar el aval sobre el que reposaba el castillo de naipes, quiénes están o qué buscan realmente. El halo de misterio que les rodea es cuanto menos llamativo. Máxime cuando en esta historia ni gana el club, ni sus accionistas, ni el banco, sólo un ente público que era avalista de una entidad morosa, quedando con ello liberada de toda responsabilidad. Menos de la moral, que la tiene toda. Responsabilidad que parió a conciencia interviniendo el VCF cuando el VCF era atractivo y tenía molla, saqueándolo y aprovechándose de su proyección en beneficio propio. Ahora, en los huesos, como la puta despechada, acaba de un empujón en la acera, sobre un charco de orín y barro llorando a su suerte.

¿Y ahora qué? La estupidez del acto de Bankia es de tal calibre que si la venta del club se alarga o se prolonga durante semanas o meses va a dejar a la institución paralizada hasta en lo más básico. Ni jugadores, ni técnicos, ni patrocinadores, ni nadie van a querer comprometerse con la losa de una venta próxima en el horizonte. Quizá la jugada que pretendía el banco con el comunicado era provocar una oleada de dimisiones que le dejaran vía libre, porque realmente la única posibilidad de pilotar el proceso es controlando una Fundación, que va, y tras su injerencia, se le alza en armas. La ejecución de la garantía del crédito es farragosa y puede acabar en los tribunales, la venta de la deuda a un tercero cambiaría pocas cosas, incluso las podría complicar mucho más. En estrangular a la SAD reside la única fuerza de Bankia, pero se toparía con la reacción de la masa social del club. Quizá por eso la jugada de Salvo sea aprovecharse del apoyo de Aurelio y la Fundación – no hay que olvidar que es el único poseedor legal de las acciones – y puentear al banco para ganarle la contrarreloj trayendo de la mano un inversor que le asegure la continuidad de su proyecto. Pero para tal efecto, por estar pignoradas, necesita del beneplácito del banco. En este escenario de guerra, ¿la tendrá? La situación de enroque es (o podría ser) gigantesca, y en esto el único perjudicado se llama Valencia CF.

En estos escasos seis meses de nueva gestión hay que hablar de muchas cosas. La primera es el mínimo apoyo mediático y político que ha tenido Salvo durante este periodo de tiempo. Un presidente que solo podía gestionar miseria, que su única arma ha sido un palo y una sábana agujereada por capa, y en lugar de encontrar complicidad y comprensión entre la opinión publicada ha sido regado de exigencias, exigencias e histerismos que han destacado por su ausencia durante los cinco años anteriores. Ni que él hubiera arruinado el VCF o desperdiciado un lustro llenado el club de amigos y familiares para que hicieran negocio a costa de la entidad. Exigencias basadas en intereses y chiringuitos. La dirigencia que más comprensión debía haber encontrado por toparse con la peor de las situaciones ha sido la que menos ha tenido. Y es entendible. Salvo ha huido de lo fácil, podría haberse quedado en su despacho leyendo el periódico, filtrando a los de la conferencia episcopal, pasándole la mano por la chepa a todo el mundo, hablando de herencias recibidas y desapariciones inminentes para justificar su inacción.

Pero en lugar de quedarse de brazos cruzados esperando que sonara el teléfono para que Goirigolzarri le vendiera una solución tan fastuosa como dudosa ha preferido limpiar el club, darle la vuelta como un calcetín, meter a la entidad en el circuito e intentar por todos los medios, y a pesar de todas las dificultades, solucionar los problemas que ha encontrado. Problemas que sabía que existían, y que no rehuyó ni usó como excusa, a diferencia de otros. Quizá ese sea su pecado, dejar en tan pocos meses en ridículo a todos los que ni han exigido soluciones ni las han buscado durante tantos años. Salvo podrá ser un bocazas, gustarle demasiado las sentencias ante un micrófono y pasarse de frenada en muchas ocasiones, pero en tan poco tiempo ha hecho más por el VCF que todos sus antecesores juntos. Y eso, a pesar de no tener columnas en periódicos ni 55 minutos en programas de radio, la gente de la calle lo ve, lo sabe, lo valora y lo agradece por mucho que pueda molestar a los del chiringuito.

Ahora cabe esperar acontecimientos. Aquí tenemos muy claro una cosa: Nunca vamos a estar del lado de un banco, ni de unos políticos, ni siquiera, si llega el caso, de un presidente o una Fundación. Lo último que necesita el club y el valencianismo es una guerra civil entre las partes. Altura de miras. Sean conscientes, aunque sea por una vez, de lo que tienen entre manos.

3 comentaris:

Anònim ha dit...

Das en el clavo, como siempre. Solo comentar que no creo que exista tanta separación entre la actual Bankia y los poderes políticos. Es más la "charlotà" del comunicado durante la junta parece proceder de la misma mente "provilegiada" que planificó el cierre, en directo y televisado para todo el mundo, de RTVV.

Anònim ha dit...

Pues a mi Salvo, desde hace tiempo me viene despertando bastantes dudas. Comenzó muy bien, tiene en su haber gestiones muy buenas, como la venta por 30 millones de Soldado, se ve que se mueve, que tiene una idea de club, etc. Pero su plan final era que Bankia refinanciara los créditos del VCF y la Fundación conjuntamente, y eludiendo la asistencia financiera, la Fundación podría cumplir su parte. Pero todo eso con un plan muy de cuento de la lechera.

Hay lamentaciones porque Bankia ha rechazado el plan y ha preferido vender. Pero si Bankia hubiera aceptado el plan, de los ingresos del VCF para pagar el crédito refinanciado de unos 219 millones, más la parte de la Fundación, tendrían que salir entre 25 y 30 millones. Imagínate pagar entre 25 y 30 millones al año y que esa cantidad salga de un presupuesto que en la actualidad es de 87 millones. Prácticamente un tercio de los ingresos del club irían a pagar cada año la deuda refinanciada de Bankia y la Fundación. Y aguantar así hasta que el estadio nuevo funcione y proporcione unos ingresos que permitan llevar aceptablemente esa carga. Pero en ese plan aunque saliera todo redondo, el estadio nuevo, no puede estar terminado antes de 2 años. Imagínate 2 años en los que 1/3 de los ingresos del club van destinados a la deuda con Bankia. Creo que eso sería nefasto para el VCF, y le obliga a cada año continuar perdiendo potencial deportivo y a alargar la actual agonía en la que cada año, el club se va empequeñeciendo deportiva y económicamente. Y sobrevivir hasta poder estrenar el nuevo estadio que dicen incrementará los ingresos del VCF en un mínimo de 30 millones anuales.

Creo que el plan de los señores Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, era francamente muy peligroso para el VCF, con todo muy en el aire. Solo hubiera servido para prolongar la agonía actual un par de años más como mínimo. Y ese plan es la alternativa a no vender. Para mi en esto y sus pataletas por la decisión de Bankia, el señor Salvo ha perdido bastante credibilidad.

Anònim ha dit...

La situación del Valencia es un reflejo perfecto de cómo es el tejido empresarial valenciano. Cuando estamos de vacas gordas todos quieren salir en la foto, proliferan los presidentes de falla que juegan a ser empresarios y malversan y tiran por tierra todo lo conseguido en muchos años. Sin embargo cuando están las cosas mal dadas desaparecen, y son los primeros que se quejan de lo mal que está todo.

El Valencia lleva el mismo camino que el Zaragoza: lo tuvo todo, ganó copas, Recopa, supercopas, se acostumbró al metal, y empezaron a acercarse empresariuchos de tres al cuarto que quisieron inflarlo por encima de sus posibilidades, con sed del aplauso fácil en lugar del trabajo constante. El camino ya lo conocemos.

Nosotros lo tuvimos todo: un equipo triunfador en Europa y en España, plagado de jugadores nacionales. Ventas a precio de oro que nos llenaron las arcas, y sustitutos que cumplían con creces. Hasta que llegó el fallero de turno y dilapido todo lo conseguido...

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