25 de març 2014

Mathieu y su banda


Es imposible mirar a Mathieu y no preguntarse 'y este, ¿quién es?', tal ha sido su transformación que corre el riesgo de engañar a la historia haciéndole creer que hubo dos Mathieu. El autista, que subía la banda para fundirse como una vela en plena procesión; y el lanzador de masclets, que aparece en sala de prensa a ejercer de Capitán América desde la posición de central. El francés está en uno de esos momentos de la vida en el que se es capaz de plantarse en oriente medio para apaciguarlo a base de petardazos. Habría que investigar qué ocurrió en aquel quirófano en el que le operaron los tendones, o durante aquellas sesiones catalanas recorriendo el pirineo de arriba a abajo. Vivimos el riesgo de estar pensando que Jérémy Mathieu es Jérémy Mathieu cuando en realidad podemos estar contemplando una obra de ingeniería genética en su fase beta.

El tolousan representa mejor que nadie el valor de la palabra 'adaptación', y además lo representa en su faceta más extrema, ya que solo nos ha dejado ver su verdadera cara cuando ha conseguido asentar sus posaderas en la ciudad y en el equipo; un proceso que le ha costado años, y que hubiera conseguido mucho antes si se hubieran preocupado desde el club en simplificarle la tarea. Lo que nos lleva a otra pregunta, ¿cuántos Mathieu hemos dejado escapar por no ayudarles, o por no darles tiempo suficiente para que se ayudaran ellos solos? El exlateral ha vivido en una montaña rusa hasta alcanzar este extraño estatus de hombre imprescindible. Sus bajas levantan temores, cuando hasta no hace mucho los mismos que acuden a la iglesia ante el apocalipsis que anuncia su ausencia mandaban a las masas a su domicilio para arrancarlo por la fuerza del VCF. Ya no hay voces, que con insistencia, lamenten su renovación ni se burlen de posibles ofertas por el jugador.

La supervivencia del galo en todo este proceso ha estado sujeta al azar y a la pésima planificación durante años. En otras circunstancias, el hoy aplaudido central, estaría cumpliendo temporadas en su regreso al fútbol francés. Despoblar una banda izquierda de arriba a bajo en la que solo participan parches y jugadores sacados de su posición, y una defensa huérfana de centrales sanos - en todos los aspectos - , han hecho que Mathieu sea lo que hoy es. A Jérémy, lejos de regalarle nada, siempre le han puesto obstáculos en el camino, de los que ha sabido zafarse tan bien como lidia con los delanteros rivales desde la retaguardia. En una evolución ranierista de la plantilla el VCF se aferra al alambre sujetado por proscritos; por teloneros que lucieron el cartel de prescindibles. El central pelirojo ejerce de líder de esa banda de renegados que han desayunado palos y tortas antes de ganarse el permiso para poder sentarse a la mesa con los mayores y consagrarse en pilares fundamentales del once.

Echándole un vistazo a la columna vertebral que sostiene el roster sólo aparecen futbolisas que hasta no hace mucho todos hubieran aplaudido su traspaso. Empezando por el portero, continuando por Mathieu y siguiendo por un Parejo que ni su propia hermana es capaz de digerir la transformación que ha sufrido el madrileño, que luce presto el traje de los 25 millones que cuadrarán el presupuesto anual este verano – salvo que lo evite el señor inversor –, y rematando con Alcácer. Un delantero que está manteniendo vivas las volátiles esperanzas de la entidad a base de goles, metidos solo tras una hecatombe en la delantera que le ha dejado como único nueve de un equipo, del que él era el cuarto delantero, hasta que el señor enero se dejó abierta la puerta. Y podíamos seguir con Barragán, que nunca se dedicó a hacer fotos, pero que ha sabido sobreponerse a ellas para demostrar que no era tan malo como quisimos ver. La revolución de los criticados ha sido tan salvaje que ya no hay hueco ni para los héroes del ayer, con ese Jonas y su apatía genética que ni siquiera recuerdan, del susto, cómo meter un gol o asistir a un compañero para seguir justificando sus andares por el césped.

En su peculiar huida hacia adelante el VCF se ha topado consigo mismo tirando de sobras, de las que no quiso saber nada cuando se fue a México a por Pabón ni anunció equipos 'mejores' que cursos pasados. Aquel grupo de jugadores limitados a los que se le hicieron feos están sacando las castañas del fuego, amenazando con hacer un Ranieri'98 para convertirse en la base de un futuro equipo ganador. Y lo están haciendo capitaneados por un fallero de nuevo cuño, que luce sonrisa y carácter bromista desde que adoptó el rol de central expeditivo. La evolución de Mathieu es tan radical que a pesar de contar con cientos de carencias como defensa las está puliendo tan bien y a tanta velocidad que dentro de poco no quedará nadie sobre la tierra que pueda asegurar que el tipo llegó ahí por accidente. De tanto pedir líderes en el vestuario hemos acabando dependiendo de una banda de repudiados liderada por un bromista pelirojo.

2 comentaris:

Giordano ha dit...

Alves-Mathieu-Bernat-Parejo-Alcácer. Venga quien venga esta debería ser la base del nuevo Valencia. Muy bueno el artículo

Extremoduro ha dit...

Me ha gustado mucho. Lo que hablas de cuidar a los jugadores, se lo podrían haber aplicado con Banega, q llegó siendo un niño

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