21 de gen. 2013

Errores de 'la gran gestión'

Verano de 2009, tras varios años de zozobras económicas de la mano de mesías futbolísticos y del mundo empresarial valenciano el Valencia Club de Fútbol se enfrenta a una ampliación de capital para salvarse de una posible desaparición. Pero lo que parecía una operación fácil lo complica la aparición de un águila agorera y el miedo a una vuelta al pasado; esto hace que Bancaixa y la Generalitat entren de oficio, se salten las normas que ellos mismos habían impuesto para la ampliación, e inventándose una fundación sigan controlando el cotarro. Esto último da para escribir largo y tendido, ya que de aquellos barros llegan estas nacionalizaciones, pero este artículo va a centrarse en otras consecuencias de todo aquello.

Manuel Llorente Martin, nacido en Benetússer en 1952, fue sin duda alguna el gran beneficiado de aquel movimiento. Con el permiso del máximo acreedor del club, Bancaixa, y el aplauso de la Generalitat tomaba el control del Valencia Club de Fútbol con la idea de sanearlo y democratizarlo por el camino, temas que a día de hoy, más de 4 años después, no parecen haberse solucionado. Pese a todo en aquellos momentos el de Benetússer llegaba con un aura de cierto prestigio: hombre con estudios (es Licenciado en Económicas), con experiencia empresarial como directivo de una de las empresas más importantes de Valencia como Mercadona, y bagaje a nivel deportivo, primero como hombre fuerte del Valencia de Cortés y Ortí y luego presidiendo el Valencia Basket. A priori aquel hombre, sobre todo al compararlo con sus predecesores, parecía agradar al valencianismo.

Sinceramente, soy de la opinión de valorar las gestiones y proyectos pasado un tiempo, siempre es más fácil analizar resultados si se tiene una visión conjunta y distanciada. Por ello vamos a hablar aquí del proyecto de Manuel Llorente al frente del Valencia y los resultados que ha sido capaz de lograr. Para ello partiremos el tema en dos, gestión deportiva y gestión económica. Eso si, como estudiante de ADE que soy me voy a dedicar más a lo mío en el apartado deportivo, como puede ser gestión de compras y ventas y réditos conseguidos con ello, los resultados sobre el verde o cuestiones más deportivas (como si habría que haber fichado a tal o cual) las dejaremos para otros.

Empezaremos hablando de la gestión deportiva del actual Consejo de Administración del club. Desde un principio se dejó claro a los aficionados y simpatizantes del equipo que era necesario vender para sobrevivir; un acto de valentía reconocerlo por el que siempre respetaré a Llorente, ya que contrastó sobremanera con la política de dirigentes anteriores de huir hacia delante. A priori la idea de comprar barato y vender caro es muy buena, siempre que seas capaz de acompañarla por un buen trabajo de scouting y se consiga hacer crecer a los jugadores en el club. No hace falta irse muy lejos para verlo, justo al otro lado de la península el Porto lleva años a un buen nivel haciéndolo. Pero cuando esta idea acabas llevándola al extremo ocurren cosas como las que se han vivido en Valencia.

El vender por necesidad a las estrellas, algo que se podía entender con casos como Villa, Silva o incluso Albiol, cuyas ofertas eran irrechazables; es algo que se puede entender en un determinado momento, pero ahora ya no. Ahora ya no porque el Valencia ha pasado de vender por necesidad a fichar para tener en un futuro esa opción de vender. Ésta necesidad hace que el equipo sea incapaz de retener a cualquier futbolista que destaque medianamente, ya que se ha dado a entender que cualquier venta estará bien vista si con ello el equipo consigue cierto rendimiento económico. Esto por tanto afecta a los dos ámbitos de la gestión deportiva, a las incorporaciones y a las salidas.
Si nos referimos a las incorporaciones esta política ha obligado al club a buscar jugadores que en un futuro puedan reportar un beneficio económico. Ello hace que posibles incorporaciones de jugadores veteranos o consolidados se hayan visto en contadas ocasiones, quizá solo Ricardo Costa y Guardado, ambos gratis, y Soldado, que vino con el renombre de estrella.

Esto lleva a una plantilla excesivamente joven y sin formar, circunstancia que empuja a problemas que se ven a simple vista como la falta de oficio o liderazgo. Esto, en un equipo que ganó todo con gente entrada en la treintena como Carboni o Djukic, es algo que una parte de la afición no entiende. Pero no solo esta elección limita la selección de jugadores, sino que también complica operaciones al priorizarse un beneficio económico sobre el beneficio deportivo. El mejor ejemplo de esto sería el Caso Gameiro, donde un jugador apetecible deportivamente no fue fichado porque se trato por todos los medios de ahorrar un millón de euros para un mayor beneficio económico posterior.

Al hablar de salidas el problema empeora. La política actual hace que cualquier futbolista que haga algo especial en Valencia inmediatamente reciba el interés de otros clubes, debido a la política de ventas que actualmente lleva el club valencianista. No solo esto, sino que además los jugadores saben que el club les abrirá las puertas llegado el momento, por lo que la presión por salir es aún mayor. Pero esto no solo ha afectado a sensaciones, sino a cuestiones reales, y es que el Valencia ha seguido tanto esta política que ha acabado por ser el único club de élite con cláusulas de rescisión pagables, y no contento con eso aun es capaz de negociar por ellas. Subo la apuesta, el Valencia ha sido capaz de incluir acuerdos en ciertas renovaciones por los que se veía obligado a aceptar ofertas si llegaban. Las famosas “renoventas” que ya vimos en con Mata y que seguramente veremos también con Feghouli.

Resumiendo. ¿Es posible hacer así bien la política de fichar barato y comprar caro? Obviamente no, para empezar el nivel de lo fichado a duras penas llega para competir en el Valencia, así que es difícil que se pueda sacar beneficio de ello. Si además a lo que consigues que explote lo acabas vendiendo a un precio menor por obligación al renovarle, las opciones de que te salga bien la jugada son aun más bajas. A todo esto hay que sumarle fallos graves de planificación como Jordi Alba, al que te viste obligado a regalar al Barcelona para que no se fuera gratis; o Isco, al que llegaste tarde y mal y acabaste vendiendo por 6 míseros millones.

Si pasamos a hablar de la gestión económica los errores aumentan. En este apartado hablaremos de tres cosas a mi parecer importantes. La gestión de la imagen de marca, de los ingresos no deportivos (todo lo que no sea televisión, premios o ganancias del día de partido) y de los ingresos de televisión.

La gestión de la imagen de marca es algo que ya se ha tratado aquí pero solo hay que añadir un par de apuntes, el primero es que su mala gestión no sólo afecta a nivel de prestigio sino que lo hace en otros apartados. El primero es a la hora de conseguir réditos de tus ventas de futbolistas, exclamar a los cuatro vientos que no hay dinero complica en demasía las negociaciones, y además, el jugar en el Valencia no va recubierto de esa aura de prestigio que da jugar en otros equipos. El mejor ejemplo de esto sería el Real Madrid, capaz de vender a precio de buen jugador a simples medianías salidas de su cantera.

El segundo apartado en el que afecta es al resto de ingresos, tanto los no deportivos, de los que hablaremos a continuación, como a la televisión, de la que hablaremos al final.

Los ingresos no deportivos del Valencia son por decirlo de manera suave, bajos para un equipo de su nivel. Si ya quisiéramos quitarnos la suavidad podríamos hablar de muy bajos, escasos o deprimentes. Como se ha visto en el informe de Deloitte en un momento donde ingresos derivados del merchandising o de la explotación del terciario de los estadios van en aumento el equipo del Túria sigue estancado en los noventa, dependiendo sus ingresos de la televisión, del día de partido y los premios por jugar la Champions. Una manera de mejorar esto sería por un lado mejorando la imagen del club y por otro ampliando fronteras, llevando productos del Valencia a nuevos mercados, sobredimensionar la empresa, en definitiva. También ayudaría mucho terminar el campo, pero esto es algo que cada vez es más utópico.

Hablar de la televisión es terminar de rizar el rizo en cuanto a errores. Escudándose en que lo importante es mantener la distancia sobre el resto de equipos el actual Consejo, colaborando con el Atlético de Madrid, han permitido a Real Madrid y Barcelona cargarse la competitividad de la liga española. Además, si preguntas a personas de la directiva te repetirán que lo importante para el Valencia son los ingresos fijos y la ventaja de 10-15 millones que tiene sobre sus más inmediatos seguidores. Esta política, a primera vista, tiene dos grandes problemas: el primero es que te cargas la competitividad ya que tus rivales directos parten con 100 millones de ventaja, la segunda es que la diferencia que tú tienes con el resto es demasiado pequeña para que pueda crear una ventaja suficiente. Aun quedaría el argumento de lo importante que son para el Valencia los ingresos fijos, pero si repartimos los ingresos de la LFP con un modelo Premier, con el actual contrato de 750 millones, vemos que el Valencia perdería menos de 5 millones, lo cual de nuevo deja claro que la política de televisión del Consejo es inadmisible.

Por tanto la gestión económica del club también deja mucho que desear. Si a ello le añadimos que el Consejo no ha podido vender las parcelas durante todos estos años, ni reanudar las obras del Nou Mestalla, los errores son aun más sonados. El Consejo de Administración ha estado varios años viviendo de entrar en Champions y fiándolo todo a la futura operación de Newcoval, sin poner soluciones ni buscar alternativas. Esto ha llevado al club a dejarse llevar por la marea mientras esperaban que llegara un bote salvavidas que finalmente no ha llegado, lo que ha acabado convirtiéndose en una nacionalización por no poder hacer frente a aquel chanchullo que inventaron en 2009 para no perder poder.

¿Debe Manuel Llorente dejar paso a nuevas ideas y personas? En mi opinión sí, la gestión, con varios años de margen, ha logrado dar unos resultados bastante pobres, dejando además sin solucionar problemas claves. Su Consejo de Administración se jugó todo a una carta y ha perdido, sólo por eso debería dimitir, pero además por el camino ha perpetuado problemas estructurales y ha debilitado la imagen del club. ¿Una valoración? Una gestión nefasta en todas las líneas. Nada que ver con la “Gran Gestión” que tratan de vendernos.

(*) Quico Muñoz, estudiante de Administración de empresas, socio y aficionado del VCF
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