13 de març 2014

Sustos de una venta casposa

Ahí siguen, con sus circos montados, haciendo reír – en realidad provocan vergüenza ajena – , apuñalándose unos a otros, jugando con las cosas del comer con una desfachatez inusitada. En el proceso de venta del VCF hace mucho que se perdieron las formas, la razón y hasta la decencia. Un hecho que fue recibido como liberador, como el primer hilo de oxígeno en una habitación sellada durante milenios, está destapándose en la misma certeza que nos acompañó siempre, esa que dice que en Valencia no sabemos vender algo tan importante como el club sin hacer el ridículo. Asistimos a hechos tan surrealistas como ver a gente seria y formada correr sudorosos por los pasillos en busca de politicastros trasnochados para optar al desembarco en una entidad a la que ya nadie parece ver como una inversión, sino como un tierno ternero en mitad de la desprotegida estepa al que poder asaltar con facilidad.

En todo este juego de mentiras gigantescas los enfados por las filtraciones se producen dependiendo de quien las haga. Si Salvo, o algún miembro de la Fundación, filtran documentos sellados con membrete tipo 'estrictamente confidencial', se hace el silencio. Si quien filtra es el enemigo, nos hinchan a comunicados oficiales y nos inducen a pronunciar el 'Bankia ens roba'. La fiebre por airear asuntos es tan grande que hasta los propios 'inversores' - jeje - se han puesto a enseñar sus bajos para no aparentar ser menos putas que los demás. Incluso un periódico como el Levante-EMV, se ha prestado a una ceremonia cómica en la que conforme pasan los días la inversión del supuesto grupo, apadrinado por el periodista que firma las crónicas, ha pasado de 400 millones a 630. De seguir este ritmo nos plantamos el domingo en los 1000 millones de Alvarado, y aún nos parecerán pocos. Y nos quedamos ahí, porque hacer una comparación de las informaciones firmadas por el tipo provocan pocas cosas saludables ante la cantidad de contradicciones plasmadas. Con eso entramos en otro de los puntos tristes en todo este asunto, en el de los medios de comunicación convertidos en jefes de campaña de no se sabe muy bien qué.

Pero en todo este juego de sombras y engaños hay algo mucho más triste. Y es el temor que provoca observar la caterva de personajes que lo están protagonizando todo. Tenemos a tipos infames como Alfonso Rus, un bufón acabado para la política, que salvo en Italia no tendría hueco en la vida de ninguna sociedad avanzada, bailando en todas las aguas. Su enfermedad es tan grande que le da igual relacionarse con mafiosos rusos tanto como salir a relatarnos sus compadreos con Al-Fahim. Él, en representación del secuestro político que sufre la SAD desde tiempos de Zaplana, está ahí, a ver a quien engaña para poder meter la zarpa. Un poco más allá te encuentras con los padres del boom inmobiliario autóctono meciendo cunas. Tipos que pasaron de protagonizar PAIS millonarios a engendrar ERES y concursos de acreedores gigantescos para hacer vida en los juzgados en lugar de en sus viejas mansiones de nuevos ricos. No se les vio por aquí cuando habían unas parcelas que vender, pero aparecen ahora que pueden desembarcar gratuitamente en un club tan rico en activos inmobiliarios como agujereado quedó por sus secuestradores; que viven demasiado tranquilos en la comodidad del Palau de la Generalitat haciendo como que no, aunque siempre haya sido que sí. Y por si faltaba algo sale asomando por ahí la patita de Villalonga, escondido tras el árabe del avión forrado en oro que viene no solo a comprarse el VCF, sino el propio Bankia y media ciudad. ¡ Serà per diners !

Al final, vivimos en un bucle. Los mismos agentes que han llevado al club a la ruina ahora se pelean por los restos del imperio. Políticos intervencionistas, desvergonzados y sospechosos manejando hilos; promotores inmobiliarios indecentes con manos sucias por en medio; empresarios locales de moralidad distraída – hoy aparece Zorío también en el ajo – perpetrando ofertas; medios de comunicación vistiéndose de padrinos de viejos amigos o futuros sustentadores; y hasta exjugadores de todo tipo y pelaje como marionetas para tapar las vergüenzas que emanan todos los demás. Aunque lo peor no es lo que te encuentras 'fuera'. Porque dentro también se tienen actitudes similares. En todo este aquelarre y ceremonias de odios africanos se llegaron a acuerdos en reuniones maratonianas que a la hora de plasmarlos en papel se pasaron por alto con toda la mala fe. En el proceso nadie tiene palabra, y los acuerdos duran apenas horas, si es que duran. Los supuestos 'vigilantes' no son más que un problema añadido a una venta que no pasa ningún control de seriedad y rigor. Hasta algo tan sensible y sagrado como el contenido de una Virtual Data Room ha sido aireado a los cuatro vientos a las 48 horas de abrirse. Si lo que pretenden entre unos y otros es acabar con el futuro del VCF hay que reconocer que lo están haciendo muy bien. Demasiado bien incluso. Aunque aquí, quizás, lo que más se busque sea espantar a la competencia. 

Uno, por la mecánica del proceso, ya esperaba que no concurrieran a él mecenas del tipo que se encuentran en otras ligas. Un Mansour o un Abramovic no entran en subastas, negocian directamente y sin competencia o no negocian. Pero tampoco esperaba un nivel tan bajo y casposo en un proceso tan serio y contundente como en el que estamos inmersos. Es todo de una perversión gigantesca, con una clase política de una bajeza tan grande que sigue aferrada al intervencionismo de estilo soviético; con unos dirigentes de la SAD, con su presidente a la cabeza, más pendientes de vengarse de aquellos que le traicionaron e intentando evitar por todos los medios un traspaso accionarial que no cuente con él; y una Fundación que renunció desde el primer momento a vender el club y que ahora es incapaz, al modo de la UE ante cualquier crisis internacional, de actuar. Van camino de que la única vía que le quedaba a la SAD para salir del atolladero se convierta en su puntilla.

Cabe la posibilidad de que exista alguien realmente serio, sereno, y capaz que esté aguantando toda esta ristra de acontecimientos circenses, esperando en silencio, para poder 'llevarse el gato al agua', pero se antoja complicado que nadie con un mínimo de credibilidad haya sobrevivido a estos vaivenes cargados de surrealismo, falta de seriedad y rigor, a estos cambios de condiciones sin explicación, mientras observa como cualquier cosa que pueda aportar, por muy sensible que sea, es susceptible de ser filtrada en cuestión de minutos. ¿En que clase de cabeza – sana – cabe filtrar el contenido de una Data Room? Al final la culpa es nuestra por querer creer, cuando en realidad todo esto no es más que una respuesta a lo que ha sido todo y a todo lo que somos. Era demasiado alentador pensar que una sociedad enferma que vota corruptos y vitorea inmorales encontrara gente seria que no hiciera el ridículo de esta manera con algo tan importante. Pero ya vemos que no, estamos ante el reflejo de todo lo que ha llevado al VCF a bordear la muerte. No se podía esperar otra cosa, aunque no quisiéramos hacerlo. Ahora solo nos queda esperar un milagro, o aun prócer con la paciencia de un santo que siga ahí, en silencio, aguantando este circo sin asustarse por el espectáculo con el que nos están 'agsajando'.

2 comentaris:

cheblogvalencia ha dit...

Ojalá ese santo exista y actúe a modo de Cheperudeta para salvarnos de corruptos y manipuladores que les importa cuatro mierdas el club. Difícil sí y encima se suma lo largo del proceso. Es vivir en un sinvivir.

Magnanim ha dit...

Es un puto ascazo la verdad. Y lo peor es que el resultado puede ser más asqueroso todavía...

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