18 de set. 2014

El ruso de Rus se llama dimitir


“Me engañaron. Era todo mentira”. Alfonso Rus acabó confesando, y lo hizo, como lo hace todo él, como si no hubiera ocurrido nada. Al presidente de la Diputación (y de treinta cosas más) le costó meses reconocer la evidencia, pero acabó haciéndolo; aunque fuera durante los cafés. Por el camino, el pequeño dirigente no dudó en poner todo el poder que emana de su cargo a disposición de su particular batalla, agitando a cuantos grupos de comunicación tenía comiendo de su mano, tan dispuestos ellos desde el principio en aupar a cualquiera que les prometiera conservar su habitual modus vivendi. 

No les hizo falta más verdad que sus ganas. Porque aquí, engañados, no hubo nadie. Dejarse engañar por las rentas futuras que pudieran obtener, se dejaron casi todos. “Si yo hablara, igual la venta no se hacía. Prefiero hacerlo cuando acabe todo”, fue otra de las perlas de un personaje que hizo valer su cercanía con la 'oferta' rusa para alimentar la crispación a golpe de filtraciones, insinuaciones y bufonadas dirigidas a sus cachorros mediáticos; tan prestos siempre a todo ello.

Incluso la maquiavélica figura no dudó en sentar a su lacayo en la Fundación VCF bajo la orden de votar en contra de la propuesta de Peter Lim. ¿Qué hubiera pasado de haber sido su voto el decisivo? De haber enviado al VCF al matadero en aras de una ‘mentira’ y un ‘engaño' ¿cómo hubiera reparado el daño causado, tras demostrarse la evidencia?

Todavía hay muchos que siguen aferrados a falsas ilusiones, a Jeques imaginarios, a rusos estrafalarios y a americanos inventados; incapaces de digerir un ridículo que lejos de ablandarlos les ha ido gestando en lo más profundo de sus entrañas un pronunciado rencor que ya no alcanzan a calmar. Tocará soportarlos mientras les permitan hablar. Porque en todo esto, si ha quedado alguna cosa clara, es que hay quien ha perdido toda legitimidad para emitir cualquier crítica. 

La actitud de Rus puede ser incluso comprensible dentro del contexto que llevó al club a tal deriva. Acostumbrado como ha estado a ver a la institución convertida en un juguete en manos del partido político en el poder; desprotegida y a merced de sus caprichos. Tal vez, haya que estar agradecidos a la profunda división interna existente en el gobierno valenciano, porque quizás haya sido ésta la que haya evitado que hoy tengamos que soportar al presidente del Olímpic ocupando el trono de Mestalla. En aquellos tiempos, donde personajes como el Alcalde de Xàtiva eran los hombres fuertes del campismo, el resultado podría haber sido muy distinto, y muy nefasto.

Las responsabilidades del sujeto son muchas. Ha utilizado su cargo para tratar de influir en una decisión que afectaba a la viabilidad de una entidad privada, por ello fueron a buscarlo. Ha utilizado todas las herramientas que le otorga el puesto político que ocupa para privilegiar y construirle una posición a un supuesto inversor que previamente le había prometido presidencias y ocupaciones dentro del proyecto. Y se ha inmiscuido con declaraciones públicas en el proceso para tratar de virarlo hacia sus intereses. Además, un funcionario con sus atribuciones y responsabilidades ha confesado haber sido engañado por un empresario bajo promesas falsas, quedando en entredicho su credibilidad a la hora de manejar/ocupar dinero/cargo público alguno.

Tampoco deberían de huir de sus responsabilidades aquellos que aceptaron a tales concursantes. El tiempo no sólo ha demostrado que apenas un par de ofertas ofrecían seriedad y fondos suficientes, sino que el proceso de selección y aceptación de las mismas fue ridículo y fallido. ¿En base a qué se le dio luz verde a un proyecto que jamás demostró solvencia económica? ¿Por qué Zolotaya sí y Alvarado no cuando ambos desprenden similitudes en las formas? No hay que olvidar que esta clase de participantes pudieron acceder a información delicada de la SAD a través de la data room que se puso a disposición de los 'inversores', pasando previamente un corte vigilado por dos consultoras y una comisión gestora.

"Aquí el asunto es enseñar el chocolate, y Lim de momento no ha enseñado nada" fue otra de las bravuconadas del político aspirante a presidente del VCF que recientemente confesó que "los rusos no traían dinero". Debería, la próxima vez que coincida con ellos, decirles que le presenten a su amigo dimitir. Seguro que congenian muy bien... Ni siquiera pronuncia una triste disculpa.

1 comentari:

Anònim ha dit...

No hay palabras para describir el ASCO que me produce ese tío.

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