23 de jul. 2014

Alcàcer ¿de qué planeta viniste?


Apenas había sacado la cabeza y ya le estaban empujando para que se fuera en busca de minutos. A los 16 años aterrizó sin avisar en una locura veraniega llamada pretemporada y sufrió las ordenes de un no menos loco Unai Emery que le quiso ofrecer como premio una invitación al Vila-real B 'para adquirir experiencia' y 'minutos', decía, ante las puertas de un primer equipo tapiadas a conciencia. Pero a él eso siempre le dio un poco igual. El pasado mercado de enero pudo haberse ido a mil lugares a la caza de una carrera o de peculiares aventuras; como la de Getafe, donde apenas lo utilizaban para poner las porterías y calentar en la banda cada vez que había que acicatear al titular de marras. Una estadía que hizo que se le quitaran las ganas de buscar fuera lo que podía tener en casa si se daban unas cuantas circunstancias. Porque la irrupción del xiquet de Torrent no es una de esas irrupciones naturales, más bien, se le encontró por necesidad ante el aluvión de vacantes que fueron dejando delanteros que no demostraron demasiado a pesar de tener regaladas las alineaciones.

Y eso debe ocurrir porque Paco Alcàcer es tan normal que asusta, tan normal que le ves y es defendible que se prefiera a un Pabón rellenito, pero con trazas de futbolista sinvergüenza, que a él, que parece sacado de un ideal utópico, de esos que los pesimistas se encargan de destrozar con su pragmatismo de cartabón. Tal vez por eso envió a paseo la invitación a la segunda división y se quedó en el filial subiendo de tanto en cuando a completar el primer equipo y demostrar con esfuerzo que valía para algo más, escalando en 24 meses a la titularidad, midiéndose a los groguets en un Mestalla patidifuso ante el visionado de un Javi Fuego metiendo dos goles sin pensar en el qué dirán. Si es que es tan normal que te lo dice él con una naturalidad aplastante: «Soy el mismo fuera del campo que cuando no iba convocado, una persona muy normal, no entiendo por qué tengo que cambiar» le soltó a Pau Fuster el pasado mes de marzo en el Levante-EMV; y ancho se quedó.

Tampoco se trata de ocultarlo, hubo tiempos donde le veías correr y era imposible evitar el temor de que dejara en nada a Líbero Parri. La evolución de Paco – se llama Paco y juega al fútbol – llegó desde la paciencia, nunca desesperó, nunca salió reclamando minutos, porque él, tan campechano como es, es de los que piensan que si no te ponen es porque hay alguien mejor que tú en ese momento. E hizo lo que se hace en estos casos, esperar turno y demostrar en cuanto le dejaron dos partidos completos que siempre estuvo ahí, y que valía para ello, metiéndonos a cientos – García Plaza incluido – un bonito zas en toda la boca. Un zas de los que dan gusto. Sin olvidarnos que tiene 20 años y dos ratos en esto del balón, que todavía le faltan cosas, pero precisamente es eso, los dos ratos que lleva, lo que le hacen un manjar tan apetecible. Demasiado joven y demasiado cabal como para pensar en que todo irá mal. «Si quieres algo debes pelearlo hasta conseguirlo. No soy una persona que se rinda fácil, aunque eso no significa que no hayan momentos difíciles, pero siempre hay que pensar en revertir la situación con trabajo no con palabras». Lo suyo no es una templanza impostada, escuchar a Paco Alcàcer es escuchar a una persona que sabe lo que dice en un mundo donde abundan discursos en bucle resonando en mentes vacías. Quizá ese trellat lo ganó en las gradas, tragando humo de puro, navegando entre cascaras de pipas y comentarios costumbristas de cuando de pequeño acudía a Mestalla a sentarse en el regazo de su padre y soñar en vestir él algún día esta camiseta.

Porque crecer en las entrañas de Mestalla da para saber de qué va la cosa siendo ese el mejor de todos los aprendizajes posibles. «Que te elogien no significa que ya lo tienes todo hecho» dice; y es cierto, no lo tiene todo hecho. En una ráfaga de entusiasmo se ganó durante el pasado curso a unas masas famélicas, con mucho aventajado con eso de 'ser canterano', aprovechándose de una coyuntura empobrecida que le hizo brillar por encima del resto. En contraste, este año nuevo enfrenta la confirmación, un escenario en el que ya no le valdrá nada de lo que le valió en el pasado y sobre el cual, durante estos calores, parece que el mundo se ha olvidado de él obcecado como anda reclamando delanteros y morlacos como si no existiera un mañana. Es el principal de todos los riesgos que deberá sortear, el de una competencia que contará con el capricho que otorga el glamour, pintando con ello de hercúlea una temporada, en lo personal, capital para consagrar aquello que conquistó en el pasado. ¿Pero eso le turba? No, porque Alcàcer es consciente de lo que es y de los colores que porta, por eso siempre se queda tras los entrenamientos, para mejorar sus defectos y pulir sus virtudes, sabedor de que sólo trabajando más que el resto se llega a ser mejor que los demás. «Al fin y al cabo el VCF es un club grande que necesita jugadores grandes. Si viene otro delantero no tendría que preocuparme. Tendré que estar al doscientos por cien para que el míster vea que puedo jugar» despachó el otro día en Diario de Mestalla.

El caos ha querido que le desgarren a su amigo Bernat dejándonos sin la oportunidad de ver un VCF comandado per xiquets del poble, pero poco importa eso ya. De momento Alcàcer se ha hecho un tatuaje – i monyo de modernet – para ver si le confunden de una vez con un futbolista, esperando como espera que le traigan a un 9 para seguir aprendiendo de la competencia y escrudiñar con ello sus propios límites. El único miedo que produce Paquito es que se estropee por el camino a base de paellas y shows nocturnos. Por eso lanzamos aquí una amenaza preventiva. Dejen que siga disfrutando de sus amigos de toda la vida y de su perro, alejado de los focos, ya que un tipo que no se desprende de sus cabales en cuanto toca papel de diario es un tipo que merece ser protegido de las aves de rapiña que pueblan este mundillo. Cuídennos a este hombre llamado Paco, porque estamos más necesitados que nunca de futbolistas que atesoren dos dedos de frente.

5 comentaris:

Anònim ha dit...

Humildad y profesionalidad= CRAK

Natxo ha dit...

Grandeee paquitooo alcacer,tu eres el 9 del Valencia el nostre killeeer tu si eres del Valencia amunt sempre

Tonico Pra ha dit...

Hay cabida para los dos o cuatro, no se puede tener uno a dispensas de lesiones, es como los porteros alguno a de ser sustituto.

Anònim ha dit...

Encima jugar junto a un jugador top tipo Jackson le puede beneficiar para aprender desmarques y movimientos ..

hoeman ha dit...

En todo caso es Alcácer el que le enseña desmarques y movimientos.

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