26 de set. 2013

El club que quería ser serio

Tras una de las muchas que protagonizó el portugués Miguel Brito el entrenador de aquellos días, Unai Emery, le castigó dejándolo fuera de la convocatoria, y lo hizo delante de todos sus compañeros, advirtiendo al grupo de las líneas rojas que no debían cruzar. En una entidad donde se televisa todo en modo reality la noticia llegó al otro lado de la Avenida de Suecia, raudo y veloz se presentó aquel presidente de calvicie pronunciada para mantener húmedo su huerto de intereses y amistades, desacreditando al entrenador delante del mundo, haciéndole entender que Miguel debía no solo entrar en el equipo, sino jugar por el interés deportivo de todos. Obediente como pocos, Unai cumplió las ordenes, y desde entonces no dejó de aplaudir en la banda.

En aquel instante de presentaciones el VCF empezó a perder el norte, a tirar por el sumidero la dignidad para poner a los pies de los caballos a un técnico recién aterrizado en un grupo resabiado para su nula experiencia en el mundo de los banquillos. Aquel gesto de un presidente poco avispado en la mayoría de materias fue una carta blanca a sus jugadores, malcriados por éste con pasión, para poder campar sin restricciones por donde les placiera. El Llorentismo se encargó de dinamitar cualquier rastro de valores en una institución que siempre presumió de orgullo y amor propio, institucionalizando el albedrío en casi todos sus estamentos, vendiéndose a una plantilla caprichosa que vio caer ante sus ojos toda frontera anteriormente marcada.

Los restos de aquél régimen estulto todavía ensucian los estantes del club, las malas costumbres y la sensación de poder que experimentaron durante tanto tiempo unos futbolistas que veían un cómplice a sus desmadres sentado en la poltrona es difícil de erradicar en cuatro meses y medio. Aunque detectado el problema, podía haberse utilizado la ventanilla del verano para limpiar la casa, algo, que con sumo terror, sigue sin hacerse año tras año, como si una extraña conciencia impuesta nos hiciera creer que poseemos esquilmadas reservas de Pelés y Messis que hay que conservar como si nos fuera la vida en ello. Esa sensación de impunidad con la que se han acostumbrado a vivir algunos es la que espoleó primero a Mathieu, luego a Guaita y después a Rami a ensuciar sus bocas con palabras que atentan contra el normal comportamiento de una plantilla.

Con Djukic parecía seguir todo en su sitio, con un club de espaldas a su entrenador, con un técnico obligado a pelear con una plantilla sin más ayuda que la de su sombra, y unos jugadores acostumbrados a las no restricciones... hasta que una serie de malos resultados y unas declaraciones en una radio revirtieron esa condescendencia con la que se volvió a bautizar al roster en la rueda de prensa previa a Granada. Alumbrando el punto diferenciador. Con un presidente que en lugar de desaparecer baja al barro para anteponer la figura del míster sobre la de los jugadores, y lo hace en su peor momento, dando luz verde a la petición del mismo para apartar del grupo al central francés en lugar de hacerle ver la conveniencia de privilegiar lo deportivo a todo lo demás.

Por eso la expulsión de Rami se convierte en necesaria, no hay otra opción más que dejar fuera para siempre al jugador, levantando sobre esa piedra las viejas líneas rojas que una vez fueron dinamitadas sin contemplaciones. En medio del caos el VCF se ha encontrado, sin pretenderlo, con una espiral positiva a la que debe saber subirse para escribir sobre sus lomos una nueva historia, trasformando un agujero negro que amenaza con engullirlo todo en un punto de inflexión de gigantescas proporciones. Desaprovechar esta oportunidad nos haría merecedores de sufrir hasta el fin de los tiempos el peor de los males existentes en el universo.

Acostumbrados a la impunidad se han visto solos, señalados por público y crítica, desposeídos del hombro presidencial en el que apoyarse y ver cumplidos sus caprichos, únicamente les queda un ínfimo elemento dentro del staff técnico que sigue reproduciendo los malos vicios del pasado, y está tan señalado y debilitado como ellos mismos. Súbitamente el VCF ha repintado su difuminada dignidad como entidad, resituando a la institución por encima de los jugadores, y todo ello en mitad de una crisis que amenaza muerte. De ahí sólo pueden salir cosas buenas. Úsense para hacer club.

6 comentaris:

Willie ha dit...

Es posible que Rami haya hecho que se derrame el vaso, y los focos vayan en otra dirección. En estos momentos, recurrir al orgullo, la dignidad, amor propio, honor, etc., aunque podría ser considerado como algo de perogrullo -aunque cada día menos...-, parece clave para el resurgir de un espíritu competitivo del que el club adolece desde hace ya demasiados años. Hay que mantener esta actitud... y entonces sí que seremos capaces de vislumbrar las verdaderas posibilidades de este grupo.

Gran texto, como es habitual por aquí.

THB ha dit...

Sobre esta piedra edificarás mi iglesa dijo alguién...

Sobre la cabeza de Rami en una pica reconstruiremos el VCF tiene que decir Salvo.

Anònim ha dit...

Ja sonen rumors de reconcil.liació. Estem apanyats. Pense que als que ens agrada de veritat el futbol som massa romàntics.

THB ha dit...

La reconciliació serà cara al públic, "sabemos como es rami y tal" però també ens hem anat a topetar amb el puto conveni dels jugadors guanyat amb aquella vaga tròspida que no pots fer res amb ells, segur que ho disfressen d'alguna forma i pililot se'n va en gener a eparrapar a altre lloc.

Anònim ha dit...

Yo no tengo claras las cosas, vamos a ver, Rami ha criticado en una entrevista a entrenador y compañeros, no hay mejor castigo que la exposición pública que se le ha hecho al francesito, pero estamos en un club que quiere empezar de cero y viene de la mano de la tolerancia y las nuevas maneras.

Mi opinión es rehabilitar al francés, no podemos perder dinero en un jugador del que si se centrara en jugar más que en hablar, podría ser uno de los mejores centrales de europa.

Si lo tiras así por las buenas, habrá que pagarle la ficha entera, y abres la puerta al resto de la plantilla para que el que quiera forzar su salida, se dirija a un micrófono y empiece a despotricar del entrenador, jugadores etc.

Creo que el frances ya ha aprendido una lección, y es que el club está de parte del entrenador y estas salidas de tono son castigadas (a mi juicio muy poco económicamente).

Por otro lado este club nunca ha tenido espiritu competitivo desde los tiempos de Luis Casanova y Julio de Miguel, y en el caso de los últimos títulos conseguidos, el espiritú competitivo lo tenían unos jugadores que eran HOMBRES Y PROFESIONALES en su trabajo, nunca el club (P.Cortes???, J.Ortí??? P.Roig??? J.Soler?? todos estos transmitían espiritú competitivo?

PEPELU.

THB ha dit...

Eso pasa en todos los clubes y nadie hace cola para forzar su salida haciendo el mono. No hace falta despedirlo. Dejarlo fuera del equipo y en enero que se vaya. Que ahora con esto de las legislaciones y tal han convertido a los jugadores en intocables y no se les puede hacer casi nada, eso si, ellos te pueden putear lo que quieran y más.

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