26 de juny 2014

La copa de nuestras vidas


Aquello, por fin, pegó un «esclafit». Era la primera, la primera para demasiados, y era tal novedad que el espontáneo ejercicio de celebrar fue ridículo. Hacía escasos minutos que el infausto Díaz Vega había señalado el final de un sueño que esta vez se convertía en realidad, y nadie sabía muy bien dónde ir y qué hacer. Hoy está establecido quedarse en la Avenida de Suecia, llenar la Plaza del Ayuntamiento y colapsar las calles adyacentes. Pero aquella noche del 26 de Junio de 1999 el mundo desconocía las artes de celebrar un título. La gente que abandonaba un abarrotado Mestalla, en congregación para ver por la TV un partido de fútbol, iban de un lado para otro, preguntándose '¿es esto y ya está?' como decepción a mil locuras imaginadas llegado el momento. Las arterias infestadas de coches gritando, haciendo a ritmo de claxon que los edificios bailaran por vez primera, iban para arriba y para abajo en lugar de conformar una caravana uniforme hacia algún lugar en concreto.

Fue el shock del novato, la espera fue tan larga que se olvidó como se hacían esas cosas. Debió de ser la huella genética activándose ante el desconcierto quien devolviera el torrente desbordado a su cauce natural, apilándose ante las puertas de una Rita aún sin fregona, a grito de primer consenso. Todo vino de un orgasmo prolongado. Casi a modo de advertencia las dos Valencias se reencontraron en un campo de fútbol en la primera ronda para revivir un derby que ni los más ancianos recordaban, fueron emociones endulzadas por el sabor a nuevo que escondía algo tan añejo, pintándose por momentos las jugadas de blanco y negro, apareciéndose Cubells driblando a Agustinet a golpe de insulto desde las gradas para dejar paso a orgías en el Camp Nou y una visita a San Marino.

No hay explicación para aquello. Era un equipo de parias, de canteranos denostados que todavía no habían hecho la metamorfosis, de suplentes de suplentes llegados con la carta de libertad, con jubilados venidos de la otra punta del mundo con cara de haber sido arrancados de una viñeta romana en las que vive Astérix. Y todos entrenados por un italiano que impuso la disciplina del calcio pegándole la patada a la poca finura que tenía en nómina para dar sitio a todos aquellos. El génesis empezó con un grupo de proscritos con ganas de liarla. Tan sencillo como eso.

Allí, sobre el hoy mortecino césped de La Cartuja, se enterraron dos décadas de grisura y tristor, de decepción y agonía. Los complejos del 86, que muchos siguen arrastrando todavía hoy, resbalaron a la hora de atravesar a las nuevas generaciones, acostumbradas por aquellos tiempos a escuchar risas y mofas ante el remoto deseo, pronunciado en alto, de ganar una Copa alguna vez en sus vidas. Era la sanación al 94 y al 96, pero sobre todo era el rescate a un derrotismo generacional que hubiera matado para siempre a la institución. Toda aquella danza de conquista demostró que no solo vale tener capacidad para ganar, sino también fe en poder hacerlo. Se descubrió a golpe de  guitarra el ingrediente ausente que hizo fracasar a tridentes formados por Fernando, Mijatovic y Penev, por Valdez, Kempes y Rep, y que en el futuro sufrirían los Villa, Silva y Mata. Ganar no es tener, es mucho más que eso, es querer. Y aquellos querían.

Nadie sabía que vendría después, por eso una simple Copa del Rey se celebró como la última de nuestra existencia, y sigue conservando ese sabor especial 15 años después, sabor a primer amor, a primera vez, el sabor de la primera emoción de juventud. Puede que no sea, ni fuera, el título más importante que ganase y ganará esta institución, pero sí es el título, por su contexto, más relevante de la historia moderna; a la altura de aquel de 1940. Fue un título que rescató a un club de la perdición, que revitalizó una corriente entusiasta iniciada años atrás que empezaba a dar preocupantes signos de cansancio, el que respaldó a una banda de rockeros que se quedaron a un penalti y a un abrazo de arrasar Europa. Sin aquella copa el VCF de hoy en día no se podría entender, ni siquiera sería lo que es hoy, aún con todas las magulladuras que arrastra. Hay Copas y Copas, y títulos y títulos, y aquella, con la banda sonora del Probe Miguel sonando de fondo, es La Copa. Siempre lo será. Porque fue la primera de una generación, la primera piedra en la reconstrucción de un club que irrumpió en el siglo XXI a lo grande tras su coqueteo con la muerte. La que encumbró a una hornada de canteranos y veteranos que, por si alguien les olvida, merecen que se les escriba.

De aquella noche de caminar por una ciudad incendiada en un bullicio emocional se recuerdan caras. Rostros iluminados por un milagro demasiado anhelado. Gritos agrietando la bóveda azabache que se levantaba aquella noche sobre una urbe insomne a golpe de traca y claxon. Todo aquel mejunje veraniego fue conformándose para dar salida a un torbellino naranja que no tendría freno durante dos legislaturas consecutivas. La Copa del 99 no fue una simple Copa, fue la Copa de nuestras vidas.

***

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5 comentaris:

Val ha dit...

Es una lección para hoy:

¿qué cracks habien en el equipo? Mendieta de la cantera, Piojo fichado como promesa que explotó en el Valencia, Cañizares libre, etc. Hoy queremos que fichen a jugadores de 20 o 30 millones...

Director deportivo Subirats, hoy Rufete y ya veremos si Mendes...

Director general Manuel Llorente, hoy parece que es el culpable de todos los males...

Presidente Cortés que cumplió su palabra y cuando se tuvo que vender a Mendieta dimitió, porque el VCF siempre ha tenido que vender jugadores para subsistir. Hoy justificamos la mala temporada por las ventas de jugadores en años anteriores, pero el doblete se consiguió despues de haber vendido grandes jugadores

THB ha dit...

No se critica vender, es todo más complejo como para reducirlo a eso. Que se han gastado 90 kilos y no tienes jugadores. Faltan más cosas, falta mentalidad, ganas de ganar, proyecto, idea...

Anònim ha dit...

Mmmm...discrepo en el comentario de arriba... tu no sabes si los jugadores que fichas tienen la mentalidad de liderar un proyecto. ..aquello del 99 es un ejemplo claro....veteranos que tiraron del carro en vez de dejar de tirar de el. Un entrenador inexperto en la Liga española pero con las cosas claras. Y unos imberbes canteranos sin mucha experiencia. La alquimia existe. ..pero no es tarea fácil dar con ella.

Pepelu.

hoeman ha dit...

Pepelu: se fichó veteranía de calidad (no Ivanes Helgueras y demás morralla beneplácita mesetera); y lo de los canteranos, pues uno más o menos intuye hasta donde pueden llegar sin ser un gran experto. En lo que sí estoy de acuerdo es que si llega Lim probablemente se deje de lado/se menosprecie/se minusvalore la cantera (podemos afirmarlo: estas generaciones entrantes con Alcácer, Bernat, Gayà y dudas con Fede más los que se sumen en próximos años como puedan ser Carles Gil, Salva Ruiz, Fernando Cano, etc. son EXTRAORDINARIAS) en beneficio de fichajes "de relumbrón" que en realidad, si rascas un poco, no son tan de relumbrón; y también jode cómo un veterano para ayudar a crecer como Keita se haya marchado... Mathieu también vaya camino... veremos qué pasa con Parejo. Al final será elegir entre la muerte (o la prolongación de vida en estado vegetativo) o la llegada de Lim con plenos poderes para Mendes, con todo lo mucho malo que eso conlleva. La verdad es que no me seduce ninguna de las dos opciones, debemos agradecerlo en gran medida a los políticos valencianos el desastre que han hecho con este club.

Val ha dit...

Esta ha sido la peor temporada de los ultimos 15 años y es una vegüenza que la «marabunta» que silvaba a Cortés o Llorente ahora aplauda al vendedor de humo Amadeo Salvo y mientras el club más endeudado, con menos recursos (patrocinadores) y al borde de la quiebra. Otamendi fichado por 15 millones y ni está en el mundial, Vinicius por 4 millones y no ha jugado un partido entero, etc

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